Capítulo 281
En el piso de abajo, después de escuchar las duras palabras de Sebastián, Antonia no podía dormir y llamó directamente a un abogado conocido.

El abogado, después de escuchar muy atento lo que ella tenía que decir, respondió: —Es muy cierto. Según la ley, en ausencia de un acuerdo prenupcial, los bienes adquiridos durante el matrimonio se dividen equitativamente entre ambos cónyuges.

—Solo hay una excepción.

—¿Qué excepción? —preguntó Antonia con gran urgencia.

El abogado dijo: —A menos que una de las partes renuncie de manera voluntaria a los bienes, es decir, un divorcio de mutuo acuerdo.

—¿Quieres decir que si en el acuerdo de divorcio se especifica la renuncia absoluta de los bienes, entonces no se necesitaría dividirlos?

—Así es.

Antonia esbozó una leve sonrisa: —Bien, entonces prepárame un acuerdo de divorcio de ese tipo.

El abogado dudó por un momento y luego preguntó con cautela: —Acaso ¿Para quién es este acuerdo de divorcio?

—No preguntes lo que no debes.

Antonia le advirtió y
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