Capítulo22
En ese momento, sonó el teléfono. Era el asistente Juan:

—Señor Mateo.

—¿Qué pasa? ¿Se arrepintió?

—No. La señora no ha cedido, ni ha llamado pidiéndole ayuda, pero alguien ha intervenido.

En la celda de detención, Lily ya había abofeteado a Mariana hasta dejarle la cara roja, pero aún no estaba satisfecha. Justo cuando estaba a punto de patearla con su tacón alto, un pie grande la lanzó varios metros hacia atrás.

De repente, la puerta se abrió de golpe con un estruendo. Desde el oscuro pasillo entró un grupo de hombres altos y fornidos vestidos de negro, con gafas oscuras. Su presencia intimidante impresionó a todos en la comisaría.

—Señorita.

Al frente estaba Nazario Rivas, el guardaespaldas personal de Mariana desde su infancia.

La persona que Mariana había estado esperando.

Mariana fue llevada a una sala de descanso. Muchas personas de la comisaría vinieron a disculparse, incluido el tío de Lily.

Lily, sin entender qué pasaba, se interpuso sosteniendo su cintura lastimada por la p
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