Al pensarlo, Mariana sacudió la cabeza, como si intentara despejar un pensamiento molesto. Sentía que se estaba volviendo loca.¿Por qué empezaba a ver a todos como si fueran Mateo?Sin darse cuenta, Valentina había estado observando detenimiento su expresión durante un buen rato. Con el murmullo de fondo de la película, Valentina, en tono de falsa recriminación, le preguntó:—Vamos, cuéntame, ¿con quién saliste esa noche al club Lirio? ¡Me dejaste sola en la discoteca! ¡Casi me morí de la rabia!Al mencionar precisamente el tema, Mariana también se enfureció. —¡Y tú con qué cara hablas! Yo me fui, ¿pero tú ni siquiera intentaste buscarme? Si esa noche Valentina la hubiera buscado, Mateo no habría logrado su vil propósito, ¡y ella no habría acabado tan lastimada! —Yo… —Valentina hizo un puchero, algo dolida, —Esa noche bebí demasiado. En cuanto apagaron las luces, me quedé dormida. Fue mi agente quien me sacó de ahí. Apenas desperté, te llamé de inmediato, pero contestó tu asisten
—¡Sí, sí, es ella!—¡Dijiste que me la presentarías! Querida Valentina, ¿podrías...? La manera tan ansiosa en que Camilo alargaba la última sílaba revelaba su urgencia, pero también dejaba en claro lo desesperado que estaba por encontrar a alguien con talento.Valentina y Camilo Caballa se conocían desde hacía años. Ella sabía lo frustrado que estaba por no poder dar con un buen letrista, y quería ayudarlo. Por eso había aprovechado esa valiosa oportunidad para ver la película juntos y presentarlos.Al ver lo ansioso que estaba, Valentina fue directa: —Mi plan era presentarlos, pero si quieres que ella te escriba algo, no será tan sencillo. Te lo digo desde ahora: yo puedo presentártela, pero el convencerla de que trabaje contigo depende solo de ti. —Lo entiendo muy bien. Mientras el trabajo sea bueno, ella puede pedir lo que quiera —respondió Camilo con firmeza. Él no escatimaba en invertir cuando se trataba de talento, especialmente el de una letrista tan excepcional como ella. E
Mariana sabía que su popularidad había aumentado considerablemente debido al escándalo con Viviana y su divorcio con Mateo, pero nunca imaginó que llegarían al extremo de fijarse en ella solo por ir al baño.Valentina soltó una sonrisa incómoda. —Mmm, Mariana, primero quiero presentarte a un amigo. Valentina sabía que, si le decía la verdad, Mariana tal vez no querría conocer a Camilo. Pero no lo hacía solo por él, también buscaba ganar algo de tiempo…Bajo la mirada confundida de Mariana, Valentina le presentó a Camilo.—Él es Camilo Caballa, un amigo mío de la industria. Tiene una gran voz y es cantante.—Un placer, señorita Mariana.Camilo extendió la mano con seguridad.—Un placer, señor Caballa.Mariana le dio un fuerte apretón de manos rápido y cortés.Aunque la repentina aparición de Camilo la había tomado por sorpresa, lo que más preocupaba a Mariana era el cambio tan drástico de actitud que había tenido del público. Lo que no sabía era que, desde una esquina, alguien había
La mujer se levantó de su asiento y Mateo, sin dudarlo más, decidió seguirla. En el pasillo del cine, Mariana sentía una creciente incomodidad. No sabía bien qué decir. Aunque ella y Camilo compartían varios temas de conversación, él estaba siendo excesivamente entusiasta para alguien a quien acababa de conocer. Su intensidad la estaba abrumando.Además, con Valentina tan cerca, Mariana no quería ser descortés ni crear una escena, por lo que optó mejor por aguantar un poco más. Sin otra salida, decidió excusarse y volver a ir al baño.Al llegar a la puerta del baño, solo una palabra cruzó por su mente: liberación.Valentina sabía que ella nunca disfrutaba de eventos sociales de este tipo, así que tal vez aprovecharía mejor el momento para aclarar la situación con Camilo. En lugar de apresurarse, Mariana se tomó su tiempo.Pero lo que no esperaba era que, justo al entrar, una gran fuerza la empujara con violencia hacia adentro. El cerrojo cayó con un sonido seco.Mariana levantó la v
Las palabras de Mateo se sintieron como una puñalada directa al corazón de Mariana, sin que él lo notara...Ella había pensado, ingenuamente, que Mateo sentía celos al verla conversando de forma amigable con Camilo. Incluso se aferró con todas sus fuerzas a la esperanza de que, tras su cercanía reciente, aún pudiera tener un pequeño lugar en el corazón de Mateo.¿Pero la realidad? Todo era una ilusión. El comportamiento de Mateo solo respondía mecánicamente a su miedo de que ella le fuera infiel, nada más.El odio la invadió, y, sin saber de dónde sacó la fuerza, Mariana apartó con brusquedad la mano de Mateo que le sujetaba la barbilla.—No te equivoques, no he hecho nada con él. Pero incluso si lo hubiera hecho, ¿qué podrías hacerme? Mateo, no olvides que cuando termine el período de reflexión del divorcio, ya no tendremos nada que ver el uno con el otro.En ese instante, deseaba poder tener el certificado de divorcio en sus manos para arrojárselo en la cara a Mateo y que desapareci
Como era la función de medianoche, el baño estaba casi vacío. Valentina abrió apresurada varias puertas, pero todas estaban desocupadas.Lo que no sabía era que Mariana se encontraba en una cabina al otro lado de la pared. Justo cuando Mariana iba a responder, Mateo le cubrió la boca con fuerza, impidiéndole emitir sonido alguno. A pesar de sus desesperados intentos por zafarse, Mariana no lograba apartar las manos de él, que parecían adherirse con firmeza a su boca.El espacio en la cabina era amplio, y aunque Mariana trató de golpear la puerta con su cuerpo para llamar en ese momento la atención de Valentina, Mateo controlaba casi todos sus movimientos. Solo una de sus piernas tenía algo de libertad, pero no era suficiente para hacer ruido.Cuando Mariana estuvo a punto de rendirse, de repente escuchó la voz de Valentina cada vez más cerca, lo que le dio una pequeña esperanza. Por favor, amiga, solo un par de pasos más y me encontrarás…rogaba en silencio en su mente.Sin embargo,
La voz de Valentina resonaba con gran fuerza, y los guardaespaldas que esperaban atentos afuera de la puerta la escucharon con claridad. En un instante, cinco hombres corpulentos entraron enfurecidos al baño, apartaron a Valentina y su líder, con una expresión firme, se dirigió a Mateo.—Señor Ramírez, nuestra responsabilidad es proteger a la señorita. Lo que estás haciendo pone en riesgo su seguridad y nos coloca en una situación bastante complicada. Si no la sueltas, no me responsabilizo por mi reacción.Mateo, al mirar a Mariana, recordó al instante su molesta reacción al colgar la llamada del urólogo. Estaba tan enfurecido que no quería volver a mirarla. Antes de que los guardaespaldas pudieran forzar la puerta, Mateo la abrió él mismo. Al salir, vio justo entre los guardaespaldas a un hombre con trenzas desordenadas y un estilo punk, que mostraba una gran preocupación. Mateo lo reconoció de inmediato como el hombre con quien Mariana anteriormente había tenido una conversación.
El guardaespaldas que caminaba al frente pasó tan cerca de Mateo que este incómodo frunció el ceño,. A Mateo ese tipo le molestaba profundamente, y algún día, estaba decidido a deshacerse de él y asegurarse de que nunca más volviera a pisar Albópolis. Después del incómodo incidente en el baño, el guardaespaldas y Camilo, junto con el resto del grupo, se retiraron sin más. Mariana, visiblemente agotada por todo lo sucedido, se dejó caer contra la pared del cubículo, respirando de manera entrecortada. —¡Mateo es realmente insoportable! —exclamó, completamente exasperada. Estaba a punto de perder los nervios por culpa de él.Lo que Mariana no sabía era que Valentina también acababa de asimilar la situación y, de repente, le dijo:—Mariana, la película...—No, Valentina, mejor me voy a casa —respondió Mariana rápidamente, sintiéndose abrumada.La idea de seguir viendo la película ya no le resultaba atractiva.Había entendido que la suerte no estaba de su lado ese día; y ahora, no e