Capítulo10
Mariana finalmente dirigió su mirada hacia Mateo, quien estaba parado en la entrada. Su figura se recortaba contra la luz mientras entregaba su chaqueta negra al mayordomo, revelando su chaleco y camisa blanca. Con el rostro serio, se acercó, desabrochándose la corbata. Aunque no dijo una palabra, su mera presencia hizo que el ambiente se volviera tenso de inmediato en el vestíbulo, que antes estaba lleno de ruido. Todos esperaban presenciar el drama que se avecinaba.

Sin embargo, Mariana se mantuvo más calmada que nadie. De hecho, ya había escuchado el motor del auto afuera cuando había abofeteado a Viviana. Esas dos bofetadas fueron deliberadas para que él las viera.

Mateo avanzó con pasos firmes, su mirada pasó brevemente por el rostro hinchado de Viviana antes de posarse en Mariana, frunciendo el ceño involuntariamente. Anticipando la reacción de Mateo, Viviana se animó y corrió escaleras abajo hacia él, secándose las lágrimas con aire afligido.

—Mateo, no culpes a Mariana. Quizás
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