Emma estaba sentada en la cama ansiosa, sintiéndose cada vez peor por lo sucedido anoche, cuando la puerta por fin se abrió de nuevo y Harry entro, sorprendiéndola, haciendo que sus nervios se dispararan, queriendo llorar al ver que él parecía seguir muy molesto.

Harry la vio hecha un manojo de nervios y con sus ojos vidriosos y se sintió mal de inmediato y se acercó a ella, sabía que Emma en realidad no tenia la culpa de lo que sucedió, en primer lugar él no debió haberla besado, solo que ahora se sentía muy molesto con toda esta situación.

“No llores.” Dijo él mientras tomaba asiento a su lado al mismo tiempo que Emma se estremeció. “Calma, lamento si te asuste con mi actitud, pero es que todo esto me tomo desprevenido, pero se que no es tu culpa, si no la mía.” Se disculpó él acariciando el cabello de ella con suavidad.

Emma ante este repentino toque de ternura se sintió más conmovida por este hombre y sus mejillas se ruborizaron. “Pero es que si tengo la culpa.”

“No la tienes,