EnzoCuando vi el cuerpo demacrado y pálido de mi padre y sus ojos vidriosos, reaccioné por puro instinto. Abrí mucho los ojos y retrocedí con tropezones, tapándome la boca con la mano para no gritar.Habíamos llegado demasiado tarde. Fuera lo que fuese lo que Selena le estaba haciendo a mi padre, y
NinaEnzo tenía la cara blanca como el papel cuando me giré para mirarlo. Todos sabíamos que Richard iba a morir, pero Enzo parecía completamente distraído... y con buenas razones, por supuesto. Aunque Enzo y Richard tenían sus diferencias, seguía siendo el padre de Enzo.Ojalá pudiera consolar a En
EnzoEn el último momento, Nina me empujó a través del portal antes de que tuviera la oportunidad de intentar quedarme atrás. Sabía, lógicamente, que Selena mentía total y absolutamente cuando dijo que dejaría vivir a mi padre y a mis amigos si me iba con ella. Pero tenía el juicio tan nublado por e
NinaRichard murió en brazos de Enzo aquella mañana, justo antes del amanecer.Durante un buen rato, Enzo permaneció sentado abrazado a su padre con la cabeza baja. No dijo ni una palabra, ni siquiera levantó la vista mientras los demás nos sentábamos en silencio a su alrededor y le tendíamos la man
NinaEnzo y yo tuvimos que regresar al reino de los hombres lobo solo unos minutos después de enterrar a su padre.No tuvimos tiempo de descansar ni de reagruparnos, ni siquiera de reunir provisiones frescas. Por mucho que deseara acostarme en la cama durante horas o darme una ducha caliente para al
NinaCon una última mirada llena de lágrimas a mis amigos, Enzo me agarró la mano y atravesamos juntos el portal.Cuando salimos al otro lado, estábamos en un lugar diferente al anterior. Todavía no había perfeccionado mis habilidades con los portales, así que no tenía forma de saber a dónde se abri
Nina"Vamos", dijo el viejo, moviendo la cabeza hacia la puerta. "Tengo mi camión enfrente".El viejo se dio la vuelta y salió de la tienda sin esperarnos. Enzo y yo nos detuvimos un momento y nos dimos miradas de incertidumbre antes de decidir colectivamente que aquel extraño anciano de en medio de
NinaEnzo y yo seguimos al viejo Frank hasta la cafetería. Teníamos poco tiempo, pero Frank tenía razón; nos esperaba un viaje importante, y no podíamos cumplir nuestros objetivos a base de café y patatas fritas. Ninguno de los dos había comido en más de un día, y ambos estábamos hambrientos.Frank