Corazones nobles

María y yo logramos llegar a tiempo al hotel, gracias a Dios, porque las dos no dejaban de preguntarme quién es la persona que veré luego de salir del trabajo y que es lo que detona el cambio de humor y color de mi persona.

En todo el camino las dos se convirtieron en “Sherlock Holmes”, un par de investigadoras, queriendo saber de mi vida, mi otro lado de la moneda, ese que no quiero tocar porque me lastima.

Ellas no dejaban que mi mente procesara o que discutiera el tema de Adal, ¿cómo sabe que estoy en España? También qué tiene de malo que lo sepa, no es como si se arrepintiera y viniese ante mí a pedirme perdón por su confusión y abandono. No lo creo.

Para dejarlas un poco tranquila les dije que no quería tocar el tema y que luego de hablar con la persona que me habló en el móvil me reuniré con ellas y las pondré al tanto de todo.

Claro, he soñado como la psicópata que guarda secretos, ahora las dos tendrán mucha herramienta para hablar con razón. A pesar de que ellas no quedaron
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