—¿Se pelearon? —Ximena fruncía el ceño mirando a Lisandro.La mirada de Lisandro se tiñó levemente de ira, y con voz firme dijo.—¡Sí! ¿Qué pasa con eso?Ximena apretó los labios. Aunque estaba enfadada con Lisandro por recurrir a la violencia, no quería hacer un escándalo delante de los demás. Just
La simple palabra «sí» de Lisandro se clavó en el corazón de Ximena como un cuchillo afilado. Con una mirada cargada de decepción, Ximena lo empujó fuera de la habitación y cerró la puerta de un golpe.—¡Fuera, fuera! ¡Lárgate de aquí! —gritó.Desde fuera, Lisandro echó un vistazo a la gente reunida
—Y lo peor es que Lluvia cocina el pescado exactamente como lo hacía nuestra madre. ¡Esto es una crisis enorme!Sofía le pasó su celular a Ximena.—¡Llama a mi hermano, dile que vuelva a casa a cenar!Ximena lanzó el teléfono sobre la mesa.—No lo haré.—¡Ximena! ¡Estás empujando a tu propio esposo
De repente, Lisandro volvió en sí y, con un movimiento rápido, agarró la mano de Lluvia. Su mirada era cortante.—¡¿Qué estás haciendo?! —exclamó.Lluvia, con una expresión de desconcierto, respondió:—Lichi, solo te estaba ayudando a limpiar el pantalón. ¿Por qué te enojas?Con un gesto de dolor, L
Lisandro, en un arrebato de ira, pateó los papeles que estaban a su lado, casi golpeando a Isabella, quien, aterrada, se encogió en el suelo, temblando y pálida. Nunca antes había presenciado la furia de Lisandro, y aunque no estaba dirigida a ella, el miedo la invadía.En esa situación, Isabella no
Los tres pequeños se abstuvieron de tomar los dulces que Lluvia les ofrecía, a pesar de su afición por ellos.Los miraban con ojos llenos de desconfianza, sus rostros tensos como si enfrentaran un gran peligro.—Estos son dulces de turrón que hice yo misma, no son muy dulces y no dañarán sus dientes
—Ximena, solo trato de ayudar, ¿acaso malinterpretaste algo? Siempre he visto a Lisandro como un hermano menor, y al verlos discutir, no pude evitar comentar. Si te molestó, lo lamento. Seré más cuidadosa la próxima vez y no me meteré en sus asuntos.En ese momento, la voz de Autem se escuchaba de l
Ximena había pasado la noche en el hospital acompañando a su abuelo, dando un respiro a sus tíos. Había pasado otra noche sin dormir, revisando su teléfono incontables veces. Lisandro no había llamado ni enviado un solo mensaje de WhatsApp. ¿Acaso él tampoco había regresado a casa? ¿No sabía que ell