Gonzalo detuvo su coche lentamente frente a la entrada del hospital. Le pidió al conductor que lo esperara un momento y bajó para abrirle la puerta a Ximena.Ximena, que acababa de hacer una pregunta, se arrepintió inmediatamente. Aun si Gonzalo supiera algo, no debía haberle preguntado. ¿No era aca
—Conozco mejor la situación del abuelo, déjame quedarme con él.Ximena tenía una misión; tenía que levantarse temprano para registrar los datos de los aparatos del abuelo, algo que por el momento no podía decirle a Andrés.Ximena lo empujó fuera de la habitación.Andrés la agarró, mirándola con preo
Cuanto más pensaba Ximena, más furiosa se sentía, convencida de que el viaje de negocios de Lisandro era en realidad una escapada romántica con Lluvia en el extranjero.Primero, Lluvia se mudó justo frente a ella, desafiándola descaradamente, y luego viajó al mismo país que Lisandro. Cada acción dem
Mariana escuchaba, impotente, la voz de Sofía afuera. Se debatía, pero las cuerdas estaban demasiado apretadas, haciéndole imposible liberarse. Con la boca sellada con cinta, no podía emitir sonido alguno.Tras una extenuante confrontación con Dolores que duró día y noche, Mariana había caído rendid
Marcus se quedó sin palabras por un momento. —¿Qué estás diciendo? Te considero a ti y a ella como hermanas.—No me engañes. No me tratas tan bien como a ella—Sofía no creía en las mentiras de Marcus.—No digas tonterías. Ella está soltera, y buscará novio en el futuro. Arruinar su reputación no es
—¡Andrés! Si aún no has resuelto tus asuntos pasados con Rebeca, y ustedes dos vuelven a casarse, no diré nada, pero ¿qué son ustedes ahora?—Si le prestas dinero a Amado para tratar su enfermedad, ¿crees que ella te lo devolverá? Cincuenta mil dólares no es una suma pequeña. Incluso si dice que lo
Jorge, a un lado, hacía gestos irónicos y revolvía los ojos.En todo el viaje de más de diez horas en avión, al principio, Jorge estaba agradecido de que el patrón le hubiera reservado un asiento de negocios de alta gama. Pero durante esas más de diez horas, Lisandro prácticamente no dejó de pregunt
Ximena bajó la mirada y después de pensar un momento, dijo lentamente las palabras que seguían.—Puedo comprarla yo.—Pero...Ximena arrastró las últimas palabras, soltándolas lentamente.—Solo ofreceré ochenta mil.—¿Qué?— Rebeca elevó su voz de repente.—¿Hay algún problema? ¿Demasiado poco?—¡Xim