—Mari, ¿todavía mantienes contacto con José? No olvidarás qué tipo de persona es él, ¿verdad? —Ximena agarraba firmemente a Mariana, decidida a impedir que se encontrara con José.—¡Ena! ¿Acaso hay hombres buenos en este mundo?—Mari, no puedes...—Ya basta, Ena, ¡las cosas son diferentes ahora! Jos
—¿No le gustaría tomar una copa, señorita Castillo?—No, gracias. No tolero bien el alcohol, temo perder la compostura.—Qué pena, este excelente vino tinto solo lo disfrutaré yo, —dijo José, probando un sorbo. Luego añadió—. Señorita Castillo, quisiera disculparme por el disgusto causado a su famil
José expresó su admiración, lo que llenó de alegría a Mariana. Ella no firmó el contrato en el momento, sino que lo guardó en su bolso, mencionando que lo revisaría con calma en casa. Ximena entendió que Mariana, de cierta forma, había aceptado. Durante el camino de regreso, Ximena intentó convencer
—¿Por favor? —Ximena lo siguió y agarró su cinturón, rogando.Sin decir palabra, Lisandro fue al escritorio, sacó un documento, el contrato de transferencia de acciones del centro comercial Nubiazura.—Planeo vender el centro comercial NubiaPlaza a Marcus. Necesito tu firma.Ximena, que no entendía
La declaración de Lluvia dejó a todos con el corazón en la garganta. Cualquier respuesta de Lisandro solo serviría para rebajar su estatus y dar pie a chismes. Lluvia, sosteniendo su copa de vino, miraba a Lisandro con una sonrisa provocativa, pero a la vez dulce y encantadora. Lisandro apenas le la
Lisandro apretó la copa en su mano, bebió de un trago y se la devolvió a Lluvia antes de abrir la puerta y marcharse con paso firme. Lluvia jugueteó con la copa vacía en su mano, sus labios rojos brillantes, y se volvió hacia Marcus.—¡Sigamos bebiendo! No dejemos que Lichi arruine la noche. Siempre
Ximena intentó llamar a José. Su teléfono no estaba apagado, pero nadie contestaba.—Señora, si llama a José, él sabrá que lo estamos siguiendo. Hay tres caminos, creo que tomaron el de la izquierda. No es difícil encontrar su destino, —sugirió Daniel.—¡No hay tiempo! En lugar de seguirlos, y tal v
—Señorita Sánchez, —José soltó una carcajada—, la verdad es que te engañé. Solo quería llevarte a dar un paseo, a ver los alrededores. Ayudarte a despejar la mente. Volvamos ahora. Ya es tarde, no hay luz alrededor y el camino es peligroso.José arrancó el coche, dio la vuelta y se dirigió de regres