Mariana entró corriendo, jadeando, y se acomodó entre Elena y Ximena.—¡Ustedes dos son muy malas! Vinieron a beber sin esperarme.Mariana abrazó a Elena con un brazo y a Ximena con el otro: —Elena, somos compañeras de universidad, ¿por qué solo tratas bien a Ximena y no a mí? Yo también quiero beber.Elena, viendo su plan frustrado, mostró una expresión ligeramente fría, y puso su móvil en la barra. Se movió para liberarse de Mariana y pidió al bartender que le preparara un cóctel.Las tres
—¡Es que me preocupa por ti!Mariana y Diego charlaron cariñosamente por teléfono.Ximena llamó a un conductor de reemplazo y ayudó a Mariana a subir al coche.Elena, sentada en su coche, miró a Ximena subirse al suyo y alejarse, sacó su móvil y llamó a Lisandro.El teléfono sonó durante un buen rato hasta que Lisandro contestó, su tono revelaba su impaciencia.—¿Qué quieres?—Lisandro, estoy en Nubiazura, ¿dónde estás tú?—¿Cómo sabes que estoy en Nubiazura? —la voz de Lisandro era tan f
Ximena había comprado algo para cenar.Con alegría en su rostro, abrió la puerta y se sorprendió al notar que Lisandro no estaba en casa.Apenas cuarenta minutos antes, él le había enviado un mensaje diciéndole que la esperaba en casa.Ximena sacó su teléfono y vio un mensaje de Lisandro de hace quince minutos.[He tenido que salir por un asunto. No me esperes, duerme tú.]Ximena quiso preguntarle a dónde había ido, considerando que todavía se estaba recuperando de una herida en su brazo. C
El corazón de Ximena se apretó con fuerza, y en voz baja dijo: —Mañana, después de que me quiten los puntos, si todo está bien, vayamos al registro civil.Lisandro no dijo nada.El aire estaba impregnado de un silencio sepulcral. Después de mucho tiempo, él emitió un sonoro «mm».Era su forma de consentir.Ximena cerró los ojos, no dijo más palabras, sentía una acidez en las comisuras de los ojos, y un líquido caliente comenzó a escurrirse lentamente.Al oído le llegó la voz grave y melodio
Lisandro vio la llamada en su pantalla, provenía del reloj-telefono de Mateo y contestó inmediatamente.De su móvil, se oía el llanto de un niño, gritando: —¡No, no, no quiero…!También se oía la voz suave de una mujer tratando de calmar al niño.El llanto del niño era tan fuerte que Ximena no podía oír claramente la voz de la mujer, solo sentía que la reconocía.La voz familiar, el perfume familiar, ¿sería posible que la mujer que tuvo un hijo con Lisandro fuera alguien que ella conocía?L
—¡Ya terminé con Antonio! Tienes razón, no debería casarme con alguien así.—Isabella, ¿cuándo dije algo así? —aunque Ximena realmente pensaba que Antonio no era el adecuado para Isabella, nunca lo había expresado ante nadie.No tenía tiempo para involucrarse en los asuntos amorosos de los demás y no quería atraer problemas.Su tiempo ya estaba completamente ocupado ganando dinero para mantener a su hija, y los asuntos de los demás no eran su prioridad.—Aunque no lo dijiste, eso es lo que p
Esta vez, el ataque de Mateo no fue grave.El médico recetó medicación y, después de haber observado a Mateo por un tiempo en el hospital, regresaron al hotel.Elena estaba muy ansiosa, temiendo que los síntomas de Mateo empeoraran o se repitieran durante la noche, así que suplicó a Lisandro que se quedara esa noche para acompañar a Mateo.—¡Lisandro, si estás aquí, me siento más tranquila! —dijo Elena.Con Mateo enfermo, Lisandro, por supuesto, no se iría.Ordenó a Jorge que abriera una ha
Ximena no pudo evitar reírse por la lengua de Felicia y, imitando su tono, dijo: —Sí, esos aviones que están en el cielo.—Mamá, no imites a Felicia, no imites a Felicia —Felicia, pateando su pequeño pie, rió a carcajadas.—¡Felicia quiere ver al tío volar el avión! ¿Mamá, puedes llevar a Felicia a verlo, sí? —Felicia le rogaba, tirando del brazo de Ximena.Ximena pellizcó las mejillas regordetas de su hija: —Felicia, el tío está muy ocupado, no debemos molestar al tío.Felicia hizo pucheros