Inicio / Romántica / Manipulada Por Mi Jefe / CAPÍTULO 6 DON CELOSO
CAPÍTULO 6 DON CELOSO

Ámbar

25 de mayo 2018

07:30 A.m.

¿Como saber que él

No me lastimaría?

— Buenos días, ¿Será que puedo pasar? — hablé al guardia de seguridad que abría recién las puertas blindadas de la empresa.

De la gran empresa

Aquél hombre me miró por un instante mientras  de nuevo me ignoraba y volvía a ver las rejillas metálicas del lugar.

¿Pero que le pasa Hoy?

— Soy  Ámbar, la nueva secretaria del Señor Octavio, el presidente —  Saque el credencial de mi pequeña cartera y se la mostré molesta. El hombre,  se digno recién a mirarme y sostener entre sus manos mi credencial nuevo. Me lo mandaron a mi casa, y me choca leer que soy su secretaria  —  ¿ Ahora si puedo pasar? —  refunfuñe molesta, mientras los segundos pasaban y pasaban y él no decía nada, miraba solamente al credencial atento.

— Si — Su ronca y molestosa voz me hizo mirarlo una vez más. Me querían hacer enfadar justo hoy.

Lo empuje, o más buen lo bote para que me dejará pasar, empujé la puerta de vidrio, mientras miraba todo el interior, las mesas de trabajo, los muebles , las pinturas artísticas que colgaban en los rincones de las paredes.

Eran lujos los que las personas de este lugar convivían día a día . El pitido de un mensaje de mi celular me hizo asustar y dar un brinco. Dios, este día sería un total asco.

Yo que quería empezar bien

Mensaje

Señorita Ámbar, buenos días, ya debe usted estar en la empresa, su uniforme fue dejado en la mesa de administración esta madrugada, por favor tenerlo ya puesto antes de que todos lleguen a la empresa

¡¿ME ESTÁ BROMEANDO ?!

Era una estúpida broma, tal vez.

¿Tenerlo puesto? , ni modo que yo ande desnuda por toda la empresa  o que me ponga las minifalda de que usan las demás trabajadoras.

— Idiota de ¡Uhg!  —  No puede contener esas palabras en mi boca , mire la punta de mis tacones y dirigí mi mirada a la mesa de María, donde supuestamente estaba mi uniforme.

No estaba lejos, cuando lo tuve cerca, un gran bolsón negro estaba puesto en la mesa. Lo tome entre manos y busque el baño, por que de seguro debe de haber un baño aquí.

Vi varios del personal de limpieza de aquí para allá.

La puerta era grande de vidrio, a el lado estaba la mesa de María, después de eso tres pasillos al fondo en la parte más al fondo, en dirección de la puerta al fondo  dentro de la empresa, los ascensores. Eso me guiaba, en el segundo pasillo, estaban los baños.

......

La camiseta perfecta, pero el problema, en aquel bolsón, no había una falda como todas las secretarias que había visto en la empresa ayer, era un pantalón de seda de mi talla, tres pares de tacones negros  de diferentes medidas .

No podía quejarme, era un decente atuendo, pero lo malo, era diferente,  yo hacia la diferencia y eso me provocaría molestias.

De los tres pares de tacones, sólo el de talla 36 me calzó perfecto. Habría pasado ya unos 15 minutos o más, pero nadie ingreso al baño de damas, mire por última que la camisa este bien abotonada y que no la haya arrugado

No soy , ni seré amante de los tacones, jamás

Los odios y apenas puedo mantenerlos en mis pies.

......

—Ámbar, te queda... Genial — habla un poco  fuerte,  ocasionando que los administradores que llegaban a la empresa me miran  de una forma un poco extraña. —  Tranquila se les pasará pronto la calentura a esos depravados — me hizo mirarla horrorizada y molesta con los imbéciles de mi nuevos colegas.

— Lo peor, mira — le señalo mis piernas cubiertas por aquel pantalón negro.

Levanta los hombros riéndose, quitándole importancia a mi uniforme

¿ Es que ella está media ciega o qué?

—  Esto es raro prácticamente, voy a tener problemas —me tomo la frente cansada

— Tranquilas, vas a ser la nueva  consentida del jefe , que más da — ¿Su consentida? , quisiera ser eso , pero sabía perfectamente que no era así.

Lo ha hecho por capricho

Si eso, capricho, me alejo de la mejor jefe que pude haber tenido para tenerme a su lado.

Soy nueva en este lugar, pero ya quiero irme

— ¿Qué hora es? —  pregunte viendo como la gente entraba con más frecuencia al paso

— Más o menos — murmura tomando con pesadez el reloj de su mesón de trabajo — 7:57 de la mañana , que pesadez,  el señor Octavio esta por llegar —  Tome sus hombros con fuerzas

- M****a, tengo que estar arriba ¡YA! - grité asustada por haberme retenido después de salir del baño, aunque fue mi culpa — Te quiero, ¡nos vemos! — Grite prácticamente corriendo a los ascensores . Me introduje antes de que se cerrará junto a otras chicas más que no esperaron de verme de pies a cabeza

Y se abrieron por fin las puertas metálicas llegando al  piso 25 que pasaban más lentos, peor aún más cuando los que se encontraban dentro,  bajaban en diferentes plantas del edificio.

Caminé ligeramente hasta poder llegar a mi mesón de trabajo posicionado a un costado de la puerta de su despacho de él.

A los laterales, estaban las salas de Juntas, y un despacho de otra persona: El Gerente de la empresa, pero no había nadie en la mesa de secretaria

Camine hasta poder estar a centímetros de sentarme en aquel sillón, pero el tintineo del ascensor, señal que alguien llegó , las puertas se abrieron lentamente, me pare rígida mente al verlo acercarse más hacia mí.

Su mirada, aquellos ojos color miel, me mostraban una parte de él, arrogancia y malicia, tenía puesta aquel traje negro bien formado para su cuerpo escultural y todo hecho solo para él.

— Buenos días Ámbar —  sus palabras me hicieron verlo, y no mirar su pecho cubierto por la camisa de seda blanca — Puede pasar a mi despacho —  asiento débilmente, entre sin preámbulo aviso y tomó con dificultad la agenda que ayer tuve entre mis manos hace un día.

Bien soy su secretaria,trabajo con él y... Ya no puedo hacer nada contra ello

Solo trabaja

Si, solo trabaja y esfuérzate Ámbar

Todo fue rápido, entre tras él y yo cerré la puerta de su despacho delicadamente, camine hasta estar cerca de aquél sillón,y me senté cruzando las piernas, buscando la fecha de hoy

— ¿Qué tenemos para hoy, Ámbar?—  su pregunta me hizo levantar levemente la mirada, verlo así me hizo formar una sonrisa débil entre mis labios. Se ve tan perfecto, tenía una leve capa de barba que le daba unos años de más.

Loca

— ahh...bueno — No encontraba la maldita fecha — Tiene una reunión a las 8:30 de la mañana con los inversionistas de Potosí y Australia — Leí lo que estaba anotado en la agenda.

Escuche un carraspeo de frustración de parte de él.

— Bien, ten listo la mejor sala para  ellos —  sus palabras sonaron firmes y duras. Asentí tragandome mi propia saliva.

—Si, jefe ahora mismo — asentí de nuevo y me levante rápidamente del sillón y apegue a mi la agenda con vergüenza. Cuando deje mis locos pensamientos de locuras, cuando quise ya salir de su gran despachó

— Ámbar,¿que le pareció su uniforme? —  y lo pregunta por fin. Tenía dudas de la forma nueva que se me mostraba

— Bien, gracias Señor Octavio, pero... —  puse una de mis manos en mi cabello enredándose  — Pero tengo una duda — digo , asiente él lentamente - ¿Por qué pantalón? —  y como consiguió mi número de teléfono idiota.

Fue una forma rara que él me llamara para algo que pudo haberme preguntado cuando estuvimos en la entrevista de trabajo y no llamarme a la hora de dormir

Su mirada no me dijo nada, aún cuando nos mirábamos yo estando de pie y él concentrado en mi vestimenta. Odiaba que me controlara así

— Eso... — No contesta claramente, no podía o no quería el muy tonto decirme —  Nuevas normas para mi secretaria  — dijo indiferente , apartando su mirada de la mía.

Claro, y yo soy Boby. Era idiota la forma en que él mintiera así

—  Bien, me estoy tardando — digo con un tono que se escapó , el sarcástico entre medio.

Tome con más fuerza la libreta y salí sin decir más de su despacho, azotando la puerta.

¿ Quién se cree que es?

Mi jefe, claro

.....

— Bienvenidos señores, Muy buenos días —  nos levantamos juntos a recibir a los inversionistas nuevos de la empresa. Di una sonrisa a cada uno que me saludaba. Cinco hombres australianos y dos Potosinos, ambos venían con el mismo objetivo.

Ganar más dinero.

¿Y yo qué hago aquí?

Anotar diferentes puntos importantes que ellos hablaban, las citas que necesitarían para volver a verificar los diferentes trabajos en la empresa.

Algunas mujeres pusieron las diferentes tazas de cafés a cada uno, y la mía tuvo que estar sin azúcar.

Bueno, gracias por ello

—Gracias —  dije entre dientes a aquella rubia  que me pedía disculpas con una sonrisa falsa — le diste en el punto, no me gusta el café con azúcar — Sonreí hacia ella con falsedad. Mi jefe, me miró de reojo, molesto en la forma que le hable a la muchacha.

O tal vez molesto con ella.

No lo sé

Pasando como para su media hora, y yo asiendo dibujos pequeños en mi agenda,  haciendo  la que atendía, escuche algo me nunca en mi vida se realizaba aquí

& Y si hacemos nuestra primera empresa de joyas, creadas con joyas de Bolivia — Mire a uno de los señores morenitos de Potosí, que me sonrió tiernamente — Sería un orgullo para nuestros país, los bolivianos, teniendo ingresos rápidos — Octavio empezó a hablar diferentes cosas, los materiales, los trabajadores y los recuerdos de la mano de obra para todo el trayecto

—Ámbar, podría traerme un Capuchino, por favor _ asentí, me levante de aquel sillón cómodo y avance hasta la puerta para salirme del lugar. A una de las chicas que estaba dejando unos archivos en mi mesa

— ¡hey! disculpa, ¿sabés dónde esta la cafetería?— pregunte — es mi primer día, lo siento - dije apenada, la chica se me acercó y sonrió, asiendome señas que no entendía — Eres Sordo muda... - dije las palabras una por una. Al parecer  ella entendió por que asintió . — Me llevas a la cafetería, por favor - dije nuevamente palabra por palabra, caminamos hasta el ascensor y tocó el botón 24

......

No tarde ni cinco minutos, ni cinco minutos y ya estaba regañandome porque estaba frío el café.

Esa cosa hervía en mi mano

Dice él que la reunión término, a los minutos que salí , y para él , el bendito café esta frío.

¡frío!

Miró anonada al capuchino que seguía entre mis manos, caliente y delicioso. Él no lo quería, pues no me quedaría frente a su puerta con el café.

Di el primer sorbo, y me moví para poder sentarme en mi escritorio. En en la computadora me aparecieron varios archivos, finanzas y otros archivos de empresas internacionales.

Con la computadora y mi capuchino ,me puse a teclear los diferentes datos. Mientras tras mío  se escuchaba cosas rompiéndose, deje todo lo que hacia para mirar que pasaba , él no había cerrado las cortinas para su privacidad.

Estaba parado delante de su escritorio, con su teléfono en mano, moviendo su mano libre por todos lados como si quisiera señalar algo o alguien

— El idiota y sus cosas — Otra voz varonil proveniente de la puerta, me pare lo más rápido que pude, a detener a la persona que quería entrar sin el permiso del jefe.

— Hey... Espera... — El maldito ya había entrado completamente al despacho

— ¡Octavio! He vuelto — grita aquel tipo estirando sus brazos en señal de que el otro lo abrazara.

Octavio me miró a mi primero, enmarcando una ceja, y después al tipo ese.

Susurra algo bajo y colgó al parecer su teléfono que se acercó hasta el otro tipo y lo abrazo como los meros machos.

— Puede salir Ámbar, este atenta si necesitó algo — Su voz era dura y autoritaria. Sólo asentí y me salí de su despacho cerrando su puerta y volviendome a sentar en mi lugar.

.....

— Ámbar necesitó un capuchino y un café sin azúcar para ahora — Ordena por el comunicador.

—Claro jefe — cuelgo sin rechistar , la forma arrogante que el me habló, aún seguía molesta por alguna de las razones que él tiene contra mí.

....

— Pase — abrí la puerta con la bandeja,con los dos cafés preparados.

Él seguía sentado en su sillón mientras que el otro tipo se quedó mudo, mirándome entrando con aquel café.

No creí que ese hombre, que entró recientemente se levantaría de su sillón agarrando la bandeja de mis manos y tomando mi mano con disimulo ayudándome

— Gracias — M****a, sus ojos celeste me hizo mirarlo más de lo normal. Inconscientemente él y yo nos reímos por la forma que él no me soltaba, era un poco extraño el ambiente.

—  Gracias, Ámbar puedes irte —  asentí desviando mi mirada de el chico delante mío.

Asentí saliendo con una sonrisa en el rostro. Octavio estaba muy molesto de algo, y a mi aquel tipo me alegró mi primera mañana, sin decir nada.

Cuando salí de su despacho, no pude aguantar reírme.  La forma en que me miraba mientras yo sonreía con el tipo ese, lo noté, como no notar esa mirada. La molestia y su cara roja de rabia,me hizo pensar que estaba celoso, que le había molestado la forma en que el tipo que no sabía su nombre, me miraba a mí.

No creo que este celoso, tal vez molesto.

Vaya vaya, empezamos raros hoy

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo