CAPÍTULO 69

La cena de Enzo se sirvió en su habitación, y Francesca también se preocupó por enviar una bandeja a Gianna con la mujer de servicio.

—¿Siempre tienes buen apetito? —Enzo preguntó masticando mientras Gianna se limpiaba con una servilleta.

—Desde que comenzó este embarazo… es como si nada me saciara…

Entonces él sonrió.

—Me agrada verte comer así… es satisfactorio.

—Siempre dices eso… —Enzo terminó de comer, y luego miró el reloj.

—Ya quiero que todos se duerman, y que vengas aquí… conmigo… —en el momento en que palmeó la cama, Gianna casi se atragantó.

Estaba pasado de descarado.

—Enzo… escucha… —ella intentó, porque ahora que lo veía hablar tan en serio, le preocupaba mucho la herida en su espalda.

—No, no, no… nada de excusas…

—No es eso. Pero tienes una herida, por el amor a Dios, y no voy a dormir en esa cama para lastimarte.

El rostro de Enzo se puso serio.

—Gianna… es una cama enorme… —y ella suspiró a punto de decirle algo, cuando los toques en la puerta fueron insistentes.

Áng
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