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Después de un par de rondas más de llenarla por completo, Barbara se dió por vencida y me pateó lejos de ella.

— Ya no puedo más — Me dijo.

Yo agarre su tobillo y la acerque a mi, abrí sus piernas y mire su coño, que estaba rosado he hinchado, y lleno de mi.

— Una más — Le pedí.

— Ya no tengo energía para más — Me dijo.

Yo la acerque más, y con la punta de mi p*lla empecé a jugar en su entrada, se sentía tan resbaladizo.

— Déjame entrar por última vez, quiero ver cuánto de mi leche sale — Le pedí.

Barbara puso los ojos en blanco y después asintio con la cabeza.

— Eres un pervertido — Me acuso.

Y si, claro que era un pervertido, está niña había presionado todos los botones correctos en mi, me tenía loco, jamás en mi pu+a vida había deseado tanto a una mujer, como lo hacía con ella.

— Me encantas Barbara — Le dije.

Ella sonrió ampliamente.

— ¿Desde cuando? — Me preguntó.

— Cuando cumpliste 16, creo que ese día que te Vi en el jardín pareciendo un pequeño ángel te metiste en mi sistema
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