Capítulo 75
La atmósfera cambió de repente, tornándose íntima. Miguel se quedó paralizado, y cuando finalmente reaccionó, apartó a Julieta.

—Julieta, nosotros...

—¿Nosotros qué? Miguel, ¿no dijiste que me habías perdonado?

Dicho esto, Julieta volvió a acercarse, rodeando su cuello con los brazos para darle otro beso profundo.

La última pizca de sensatez hizo que Miguel frunciera el ceño y se resistiera brevemente, pero pronto perdió el control bajo los efectos del alcohol.

La tenue iluminación, el alcohol nublando su juicio, la emoción de traspasar límites prohibidos...

Todo parecía seguir su curso natural.

Miguel, como una bestia descontrolada, la aprisionó contra el sofá, dejándose llevar por el momento.

Mientras sentía sus besos descender desde los labios hasta el cuello, recorriendo cada rincón prohibido.

Una sonrisa triunfal se dibujó en los labios de Julieta.

Andrea, esta vez fuiste tú quien decidió dejarlo ir.

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Andrea terminó de revisar los documentos cuando ya era muy tarde. Vicente tam
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