La luz de la luna llena lo golpeaba directamente a los ojos. La creciente ansiedad lo estaba consumiendo poco a poco, como si de un monstruo invisible lo devorara sin piedad se tratará. Su mente, cada vez más inestable, vagaba entre la realidad y la fantasía, así como en los recuerdos de un pasado que habría querido olvidar por siempre. Las luces de la ciudad lo confundían, moviéndose como rayones veloces que viajaban a la misma velocidad de aquella camioneta que era conducida por sus hombres. De la mente de Niccolo Salvatore poco estaba quedando, pues su descenso hacia la inevitable y completa demencia había ya comenzado.¿Cómo era que un hombre que parecía tenerlo todo había terminado así?Cualquiera se haría aquella pregunta al ver aquellas ojeras tan oscuras como la noche, y aquellos cabellos rubios que toda la vida habían permanecido pulcramente peinados, ahora estaban en completo desorden. Las ropas no combinaban, y casi cualquiera podría dar por hecho de que ni siquiera estaba
Nicanor Salvatore observaba como el menor de sus hijos, descendía de aquella oscura camioneta blindada y caminaba hacia el con aspecto desgarbado y demencial. Niccolo miró a los ojos de su padre, quien lucía tan desgastado como un vagabundo, y apestaba a muerte.—Cuanto tiempo sin verte, Niccolo, dime, ¿Encontraste ya a tu ramera licántropa? — cuestionó Nicanor con enojo e indignación.Niccolo sonrió.—Así que ya lo sabes…dime, ¿Fue mi entrometido hermano quien te lo dijo? — cuestionó el cazador de cabellos rubios.Nicanor escupió a los pies de su hijo menor, y lanzándole una mirada de odio, lagrimas se resbalaron desde sus ojos.—Tu hermano está muerto, fue asesinado por culpa tuya por el cuarto príncipe de los vampiros…y hoy tú vas a pagar el precio de la muerte de Niklaus. — respondió Nicanor con rencor y dolor.Niccolo no se sorprendió al escuchar de la muerte de Niklaus, y tampoco se sintió mal por ello.—Niklaus era un hijo de puta que tan solo hablaba por hablar y actuaba sin p
—Márchate ahora mismo, Vasile…no quiero hacerte daño. — dijo el más joven de los príncipes, rodeando al conde y sus hombres con sus filas de jóvenes maldecidos.El conde de Bourgh observó con atención al más joven de los príncipes vampiro, junto a aquella vieja amiga por la que aun sentía tanto aprecio.—¿Por qué haces esto? Hermano, tu corrupción ha llegado demasiado lejos; toda alma que es besada por ti, terminara siempre manchada por tu permanente odio. — respondió el Conde de Bourgh.—¡Silencio!, ¡Te atreves a llamarme corrupto y me acusas de corromper el alma de mis hijos, cuando es la humanidad la que está realmente podrida!, ¿Qué es lo que buscas proteger Vasile?, ¿No fue la propia humanidad que te empeñas en proteger quien te quitó lo más amado dos veces?, ¡Solo presta atención y abre los ojos como Jenica ha hecho!, ¡Desde que nosotros existimos hemos visto pasar guerras, hambrunas, injusticia y desesperación!, los más pequeños sufren mientras los poderosos se alzan, animales h
La mansión Montefeltro, lucia muy diferente de como la recordaba, sus bellos y extensos jardines, ahora estaban llenos de casas de campaña, y un gran número de hombres lobo estaban apostados allí. El aroma a comida era abundante, y Génesis pudo ver a muchas madres alimentando a sus pequeños; todos ellos eran refugiados y sobrevivientes de la cruel masacre iniciada por la familia Salvatore…y por Niccolo.—Esto es terrible… — dijo con pesar la hermosa loba blanca, que recién llegaba a su hogar después de tantos meses.—Esto es por causa de los Salvatore…su guerra contra nuestra especie, nos ha dejado mermados… — dijo Benazir también con pesar.Los jóvenes cazadores Zamfirescu miraron con tristeza aquello. Siendo cazadores, se sentían afectados al notar como los pequeños niños lobos huían de ellos, y los lobos adultos los miraban con un deje de desconfianza y desprecio. ¿Cuál era la verdadera misión de un cazador? Se preguntaron ambos al mirar lo que el odio dejaba a su paso. Aquello de
Niccolo Salvatore observaba con indiferencia el noticiero matutino. La mansión Salvatore, estaba bajo un poderoso hechizo que no le permitiría el acceso a nadie más que no fuesen licántropos, otros cazadores, y los Alfas Artem Kingsley y Giles Levana; su padre, al parecer, ya estaba enterado que la policía estaba tras ellos, y se había ocupado de proteger a la mansión de cualquier ojo humano común y curioso que pudiese entrometerse en sus asuntos. Aquel viejo miserable había sido de mucha ayuda después de todo.Fuera del recinto, la policía mantenía rodeada la antigua edificación, sin embargo, les había resultado imposible entrar; todo aquel que intentaba acercarse y penetrar en la mansión Salvatore, caía desmayado sin importar quien fuera o lo que hicieran. Un joven policía llegado de Rumania como apoyo y quien también estaba tras la pista de los Salvatore italianos desde el terrible incidente del convento, observaba con el ceño fruncido el edificio. Algo más estaba pasando, había ded
Una lluvia ligera caía sobre Italia, y Génesis Levana observaba sus manos ennegrecidas completamente. Estaba recostada, mirando las gotas de lluvia caer y golpearse contra los altos ventanales de su alcoba, pues sus débiles fuerzas ya no le permitían mantenerse en pie. Sentía frio, un frio tan atroz como nunca antes había sentido, diferente de todos los que alguna vez en su vida había experimentado…aquel que sentía, era un frio que le mantenía helado el cuerpo y desconsolada el alma.¿Iba a morir por aquella maldición?, ¿Iba a morir junto a su hijo no nacido sin jamás lograr sostenerlo entre sus brazos, y sin volver a besar los labios de su amado Artem Kingsley nunca más?Génesis se sentía sola, tan rota por el dolor sufrido, y tan triste que las lágrimas no paraban de brotar…y tan solo deseaba ver a su Artem una vez más y le permitieran morir entre sus brazos…aquello era todo lo único que deseaba en ese instante.—Artem… — musitó la hermosa loba blanca, antes de quedarse nuevamente d
Aquella noche, Giles Levana miraba la luna llena…aquella luna azul que debía de ser bajo la cual tomara a Génesis por vez primera…nada ni nadie lo había preparado para todo lo que en el camino había surgido. Se sentía vacío, impotente; su único deseo no se había vuelto una realidad, y todo parecía haber puesto por el maldito destino como si este hubiese estado en su contra desde el comienzo. Toda su niñez, encerrado en aquella casa, toda su temprana juventud en soledad, había permitido que su mente volara en sus agitadas imaginaciones en donde él se reunía de nuevo con su hermana gemela, y juntos reconstruían el imperio que su familia alguna vez había sido…juntos…juntos…los hijos que ahora otra llevaba en su vientre, los soñó en el vientre de Génesis, mientras juntos enfrentaban al mundo y a su crueldad estando el uno para el otro incondicionalmente, amándose como hermanos, amándose como compañeros…amándose…tan solo amándose.El lobo blanco se sentía un completo perdedor; nada más que
La mansión Montefeltro lucia tal y como había lucido siempre. Solemne y antigua, su hogar ancestral hablaba de tiempos gloriosos en los que el cazador era una importante parte de la sociedad en aquellos siglos remotos cuando las personas aun creían en las leyendas de los hombres lobos y los vampiros. Entrando caminando a sus jardines, Leopoldo echó de menos a sus padres, amables y orgullosos cazadores que habían sido parte de aquella leyenda ya poco conocida, y que le habían enseñado el respeto hacia otros sin importar sus orígenes o su raza…aquella mansión lucia tal cual había sido siempre…pero el, ya no era el mismo.Observando los campamentos de los lobos rezagados que habían logrado huir o sobrevivir a las crueles masacres hechas por los Salvatore, sintió un gran pesar por todos ellos, pues todo lo único que había podido ofrecer, fueron sus tierras como un refugio.—¿Crees que todos se sorprendan al mirarte? — cuestionó Renaud Leroy, quien se había quedado junto a él en el castill