Cecilia se había quedado admirando las abdominales del hombre extranjero, en realidad estaba guapísimo, su cuerpo era atlético, alto, muy bien proporcionado, sus ojos también le gustaban, pero tenia muy mal carácter.

— ¡No me estés gritando, voy a salirme para no seguir viendo tú... cuerpo de gato callejero!

— ¡Pero... qué carajos! ¡No tengo cuerpo de gato, y mucho menos callejero!

— !Te faltan lentes para ver mejor ruso! — La enfadada chica dió la vuelta para salir de la habitación pero se tropezó con la ropa de Egor, ella cayó al piso golpeándose la cabeza. — ¡Auccch! ¡Mira lo que hiciste!

— No puede ser, ¿Cómo puedes ser tan torpe? A verz déjame echarte un vistazo. — Egor pronto la levantó del piso y la colocó en su cama, la estaba revisando hasta que le encontró el golpe, una en la cabeza y otro en la rodilla.

— ¡Me duele mucho! ¿Se me abrió?

— No, no se te abrió pero se te está hinchando, te va a quedar un buen chichón, también tienes un golpe aquí en la rodilla —