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Sus ojos se abrieron de par en par cuando escuchó el choque de espadas. Como un látigo, salió de su camarote y miró hacia su cubierta.

Allí estaban sus hombres en la cubierta, en la gloria del sol con su jodida piel bronceada humana.

Odiaban estar al sol. Les recordó su pasado. Entonces, ¿qué carajo cambió de repente? Estaban tan absortos en algo que ni siquiera inhalaron su olor, porque si supieran que él está en la cubierta, estarían escabulléndose.

¡Ah ah!—dijo la dulce voz mientras sus ojos se volvían hacia la pelirroja que podía dete

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