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Capítulo 4: Descubriendo el mundo de la hechicería

                                                                         ANGUS

No podía creer que hubiese tantos libros sobre la hechicería sin duda aquello me parecía fascinante e increíble, conseguí algunos libros que la verdad me llamaron la atención empecé a leerlos, algunos decían que los juicios de Salem había sido la peor masacre que hubiese existido en la historia, que incluso aquellas almas se quedaron para proteger a los jóvenes hechiceros que estuviesen descubriendo sus dones. Que lo importante de todo era que supiesen manejar bien sus poderes porque en cualquier momento podría avecinarse una guerra, aquello me dejo pensativo ya que nunca llegue a pensar sobre eso y tampoco les pregunte a mis padres si ellos llegaron a participar en una guerra.

 Al terminar de leer la historia de cómo empezó la hechicería, pasé a leer un libro sobre cómo poner en práctica tus poderes, aunque yo quería ver los poderes de mis padres en acción, cerré el libro porque la curiosidad me carcomía por verlos así que decidí salir de la biblioteca y preguntarles que habilidades tenían. Me parecía extraño que la casa hubiera tanto silencio, observaba para todos lados en caso de que hubiese intrusos por alguna razón extraña sentía que mi visión estaba un poco alterada por así decirlo, me comenzaba a acercar hacia un espejo y fue por primera vez que observe mis ojos de otro color.

—¿Qué les paso a mis ojos? —exprese confundido.

Un ruido no tan peculiar hizo que me dejara de observar y note como un hombre vestido de negro corriendo por el pasillo, supe en ese momento que no estábamos solos en casa, los cazadores dieron conmigo finalmente fue lo que pensé. Debía arriesgarme y descifrar en donde estaban mis padres, lo que me parecía extraño era que en ciertas partes algunas cortinas estaban cerradas y otros no algo no andaba bien fue ahí que escuché alguien llamarme por mi nombre, me di vuelta y para mi sorpresa venia un hacha directo a mi rostro. Mi reacción fue taparme con las manos y esta se detuvo en el momento exacto, visualizaba cada rincón del pasillo, pero no había nadie aquello me estaba asustando más de lo normal fue entonces que me arme de valor y empezaba a llamar a mis padres con gritos.

—Estas solo, no podrán ayudarte—interrumpió una voz masculina ronca.

—¿Qué les hiciste? —bufe molesto.

—Digamos que los puse a dormir un buen rato, solo me encargare de ti, los cazadores quieren tu cabeza.

Cerré mis puños con mucha fuerza, sentía como un calor recorrer cada parte de mi cuerpo como si fuese un rio sin cauce la casa empezó temblar por alguna razón extraña este hombre no aparecía, solo se mantenía en la oscuridad de ciertas partes de la casa.

—Porque no te muestras, acaso le tienes miedo a la luz—dije retándolo.

Sin mediar palabras pude sentir su mano en mi cuello, su agarre era muy violento cada vez me apretaba más fuerte haciendo que se me dificultara respirar, intentaba mover mi mano, pero ni eso podía lograrlo ya me estaba estrangulando fue ahí en donde me hablaba de cuanto odiaba a los de mi clase que el mundo debía liberarse de personas tan asquerosas como nosotros, me comentaba que deseaba romper mi cuello para luego quemarme.

—Me estas lastimando, suéltame.

—Oh, pobrecito el hechicero Morrison—apretaba con más fuerza.

En ese instante baje mi cabeza estaba perdiendo el conocimiento, pero había una voz en mí que me decía que debía despertar todo lo oculto que estaba en mí cuerpo, podía sentir como todo ese poder fluía con gran furia deseando ser usado con mucha ansia. Con tan solo mirarlo a su rostro fue expulsado chocando con la pared, al verme se quedó sorprendido por lo que había hecho anteriormente llevaba algo en su mano y pulso como una especie de botón especial, por instinto pude escuchar como algo se aproximaba hacia mi dirección.

—¿Una flecha envenenada? —pregunte riendo.

—Es más que una flecha, te matara, porque ya la detuviste con tu mano.

—De echo sí, pero hay algo que me protege y es esto—le mostré aquel manto dorado que estaba protegiéndome.

—Nadie puede hacer eso, hubo historias de una mujer que podía hacerlo, aunque fue asesinada por mis ancestros.

—Esa mujer fue descendiente de esta familia, y la vengare en su nombre.

Corrió hacia mi antes que pudiera matarlo, la pelea cuerpo a cuerpo no es mi fuerte lo que pudo golpearme en el rostro fuertemente. Caí al suelo y enseguida el llego colocándose encima de mi cintura, nuevamente estaba buscando la manera de ahorcarme, pero esta vez era distinto mi mente podía leer sus pensamientos y uno de ellos era que quería abusar sexualmente de mí.

—¡Suéltame! —Gritaba con fuerzas.

—Vamos déjate tocar, te va a gustar, para luego matarte.

Empezaba besar mi cuello y a decir cosas obscenas en mi oído, buscaba la manera de poder liberarme de su agarre hasta que sentí algo extraño en mis ojos parpadeaba muchas veces, fue ahí que entendí que mi poder ocular había despertado aproveche y lo agarre de su cara para obligarlo a verme directamente, al hacerlo gritaba sin parar corría como si algo lo estuviese quemando por dentro, tenía la oportunidad de matarlo y no debía desaprovecharlo con mover mis brazos en direcciones diferentes provoque que su cuerpo se dividiera en dos, nunca en mi vida había matado a una persona pero se sentía bien. Una sonrisa de satisfacción ocupaba mis labios, pude escuchar los gritos de mis padres en cuanto me vieron se quedaron pasmados porque aún mis ojos seguían causándome molestia fue entonces que me vi en el espejo que estaba en el pasillo, me observé, eran de color carmesí, todo daba vueltas a mi alrededor todo me parecía confuso porque había muchas voces queriéndome decir algo, no llegue a comprender porque ya había perdido el conocimiento.

Nunca entendí como pude dividir una persona en dos con tan solo mover mis brazos, era algo inexplicable pero seguro que mis padres buscarían la manera de decírmelo. Nuevamente aquel chico que se había aparecido en la casa estaba a mi lado sonriendo, como si yo hubiese hecho algo maravilloso era obvio que no estaba en mi casa nos encontrábamos en un plano diferente, pero no podíamos hablar solo nos observábamos tomo un papel y lápiz para solo escribir una frase: “Es tiempo de que dejes salir la bestia que habita en tu cuerpo”.

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