«¿Te ha gustado? Es la primera vez que beso en la boca, así que no soy un experto».«Me gustó. ¿Cuándo nos veremos de verdad? Es decir, fuera de mis sueños».«Cuando rompa la barrera que te llevó a otra dimensión y logre traerte de vuelta a casa. Debes ser paciente».Despierto con el cuerpo relajado y una sonrisa en la cara. Le beso la nariz a Arel, quien todavía está dormido y me dirijo al baño.—Hola... —Doy un saltito al sentir su aliento en mi oído. Me giro con la intención de mirarlo a la cara y beso su mejilla cuando me pongo de puntitas para alcanzarlo.—Buenos días... —balbuceo feliz.—Voy a empezar a trabajar horas extras para hacer más dinero, de esa manera, junto con unos ahorros que tengo podremos establecernos en otro pueblo. Si mis cálculos no me fallan, en dos meses estaremos listos para irnos de aquí. Estoy investigando acerca de algunos lugares donde podremos vivir tranquilos.—Yo voy a ayudarte. Voy a retomar la costura, así que necesito que vayas a la casa por mi má
Cuentista¿Ya les había contado acerca de la niña de cabellos dorados, ojos verdes y una sonrisa hipnotizante? Ella esperaba por su madre, quien le había prometido que se encontrarían en el bosque. Su sonrisa se opacaba y sus ojos esmeraldas se tronaban tristes, al presentir que su madre no llegaría. Se sentía abandonada y sin salida, pero para su fortuna, el niño de ojos grises estaba a su lado y su compañía le daba seguridad. —No estés triste. Mejor vayamos a buscar mangos para comer.—Pero no debemos salir de la cueva, sabes que nos podrían encontrar.—Ya revisé y la bestia no está por aquí, tampoco la señora fea.—Bueno... —aceptó, aunque no muy convencida. El chico empezó a desnudarse y ella se volteó para darle privacidad, cuando los sonidos le informaron que podía voltearse, ella se giró. Sonrió en el instante en que encaró al pequeño lobo gris, quien hacía movimientos con su cabeza para que ella se subiera sobre su lomo. La chica obedeció llena de alegría, ya que sentir el
CuentistaÉrase una vez, dos amantes...—Mi padre entenderá, él es de mente abierta —dijo el joven de cabellera negra y ojos celestes.—En mi villa no lo harán. Estamos rompiendo las reglas porque nuestro amor es prohibido —se lamentaba la chica de ojos plateados, con tristeza en la mirada y la desesperanza carcomiendo su pecho.—Te voy a reclamar como esposa, amor mío. Eres mi mate. Lucharé por ti.—Tú eres mi Turug, te amo.—Yo también te amo.Sus labios se unieron con anhelo. La esperanza de poder vivir su relación con libertad les dio las fuerzas suficientes para luchar por su amor.***AlianaLas carcajadas abandonan mi garganta, que arde después de un largo rato. No sé si las risas son producto de una crisis nerviosa o, si en realidad, las palabras de John son muy graciosas debido a lo ridículas que me resultan.Cuando me "recupero" de mi ataque de risa —porque todavía sigo nerviosa—, John vuelve a sentarse y me mira con seriedad, dándome a entender que no ha hecho una broma.—E
CuentistaÉrase una vez, una hermosa princesa de cabellera dorada y ojos verdes como el jade. Ella solía visitar el campo de los caballos voladores, debido a que allí se encontraba con su enamorado. Aquel día, él no se presentó, por lo que ella decidió darse un baño en el río. El agua salpicaba por doquier cuando la chica chapoteaba entre risas. Le encantaba nadar y sentir la corriente del río acariciar su piel. El agua la representaba, puesto que era su habilidad controlar dicho elemento. Mientras ella se divertía, unos ojos oscuros la observaban desde lejos, la maldad detrás de unos arbustos no perdería esa oportunidad.No pasó mucho tiempo para que los gritos de la chica resonaran en el remoto lugar; sin embargo, estos no fueron escuchados y, como resultado, no vino nadie a evitar su deshonra.***AlianaEn estos días he estado un poco débil y desorientada. Aun no entiendo por qué estoy en casa de John, tampoco por qué no puedo moverme cuando él me toca por las noches. Dos lágrima
Dejo que las lágrimas broten con libertad y que los recuerdos suprimidos salgan a flote. Necesito saber la verdad, debo recuperar mi vida.Pienso en los eventos extraños que he experimentado en este pueblo y junto a Arel. Creo entender todo. Sí, por eso Arel me invitó a salir la primera vez; de alguna forma que desconozco, supo que la bestia aparecería por los alrededores. Por eso me retuvo en el teatro.Arel, siempre estuviste cerca, velando por mí.De momento siento que algo dentro de mí se rompe. Mi pecho arde y duele. Entonces los recuerdos empiezan a cobrar sentido. El día que fui a ver a mi madrina, él me asustó a propósito para que huyera y no fuera a su encuentro. Él solo quería evitar que ella me hiciera daño.Miro la canasta por inercia y recuerdo la última conversación que tuve con ella y con John.Es una trampa.Ella volvió a jugar con mi mente para que hacerme traicionar a Arel. No dejaré que...—Estás encajando las piezas, mi caperucita —Miro a Arel con terror. El pastel
CuentistaÉrase una vez, una comunidad llamada Évrima. Esa era la comunidad de los omorfianos y estaba dividida en villas.La villa de rosas rojas y oro era una de las más poderosa y perteneciente a la élite. Era gobernada por reinas, puesto que el poder se les concedía a las mujeres. Las gobernadoras se escogían de manera diferente a los humanos puros y otras comunidades, ellas eran nombradas princesas desde niñas, usando una capa roja como símbolo de su selección.Un día, una princesa salió fuera de la villa; llevaba su capa roja y la respectiva canasta con las que aquellas princesas siempre cargaban, puesto que eran utilizadas para recolectar flores y hojas, o cualquier tesoro que la naturaleza les diera en el camino.En la soledad del bosque, un hombre lobo atacó a la princesa, dejando sobre el suelo los restos de su cuerpo y las manchas de sangre. Desde ese acontecimiento, los omorfianos se declararon enemigos de los hombres lobos y evitaban salir en noche de luna llena para no s
Estoy pasmada. ¿Por qué dicen que soy hija de esa bestia? Recuerdo que él me tocaba de forma inapropiada, un padre nunca tocaría así a una hija de esa manera; él..., no…, eso no es posible. Ignoro las tonterías de esos dos porque no me importan sus especulaciones; nunca aceptaría a ese monstruo como mi padre, aunque si John lo fuese me hubiese convertido en lo mismo que él, ¿cierto?De repente visualizo a Arel sobre el suelo casi inconsciente. La rabia hierve dentro de mí, la necesidad de derramar sangre se torna incontrolable. Corro en dirección a esas bestias asquerosas, quienes se han erguido frente a mí.—¡No le hagas daño! ¡Ella es mía! —grita ese ser despreciable a quien tanto odio. Quiero despedazarlo, necesito acabar con su existencia.Me le lanzo encima y lo ataco en el cuello, mordiendo hasta que el sabor a azufre inunda mi paladar. Siento cosquilleos por toda mi piel, mi corazón late muy rápido y entro en un trance que me hace sentir extasiada. La adrenalina me pone eufóric
ArelLa rabia que me inunda en estos momentos nubla mi razón, a tal punto que no soy dueño de mis actos. Salto encima de esa loca, no sé en qué momento me he transformado de nuevo, ya que lo único que quiero es que pague por hacerle daño a ella.Mi amada mate y Turug...Los gritos de Violet ponen a los demás en alerta; tanto licántropos como omorfianos se yerguen en posición de defensa, esperando cualquier movimiento amenazante para darse a la batalla.¡Me importa un comino!Ella trata de usar su poder en mi contra, pero la energía de mis genes omorfianos es un escudo protector a su veneno.Es lo que intentó hacer con Aliana, envenenarla con su habilidad. Retrocedo cuando su veneno quema mi protección y utilizo más poder para enmendar mi escudo. Ella se me lanza encima y me ataca con un aguijón del mismo color de su cabello, tira ataques a diestra y siniestra, haciéndome retroceder mientras le enseño mis colmillos.Estoy cansado de esto, por lo que me dispongo a terminar con ella de u