—Lo siento, no debí haber dicho eso —se disculpó sin pensarlo dos veces.—Yo también me disculpo, tampoco debí haber traído el pasado a este momento, ¿cierto?—¿Entonces estamos bien? —cuestionó elevando una de sus cejas, sus ojos brillaban como si estuviera pidiendo otra oportunidad.—Sí, estamos bien —sonreí para esfumar la tensión del momento. Debía mantenerme enfocada en el plan.La noche parecía haberse alargado de una forma extraña, como si los minutos se estiraran y todo se moviera en cámara lenta. La velada continuó con una ligereza inusual, un respiro de la constante tensión que había rodeado mis interacciones con Rune hasta ahora.La habitación, que estaba siendo bañada en la luz suave de la luna, se volvió un espacio acogedor y, de alguna manera, ajeno a lo que en verdad estaba sucediendo entre nosotros. Rune pareció percibirlo, o quizás lo interpretó como una señal de progreso, y se relajó, mostrándome un lado de él que no veía desde hacía años.Su risa era más genuina, su
Cuando abrí los ojos esa mañana, lo primero que sentí fue el peso del brazo de Rune aún sobre mi cintura. No había cambiado de posición en toda la noche. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo, pero traté de mantener la calma. Recordé dónde estaba, lo que debía hacer y, sobre todo, que no podía dejar que los recuerdos de anoche me afectaran.Me giré con cuidado, sin despertarlo, encontrándome con su rostro relajado. Estaba tan tranquilo, casi inocente, como si estuviera soñando con un futuro en el que todo lo que estábamos viviendo fuera real, como si en su mente todo volviera a ser como antes. Pero no lo era. No podía serlo. Había demasiadas sombras en su pasado, demasiadas mentiras que habían dejado marcas irreparables. Y esas huellas no desaparecen con caricias o promesas vacías.Con delicadeza, deslicé su brazo lejos de mi cuerpo, asegurándome de no hacer ruido. Me levanté de la cama y caminé hasta la ventana, buscando la paz en el paisaje que se extendía frente a mí. Este lugar, q
La tienda tenía un aroma cálido a madera y perfume floral, creando un ambiente acogedor, con luces suaves que hacían un contraste perfecto con el frío que reinaba afuera. Las prendas estaban cuidadosamente organizadas, y los maniquíes lucían ropa tanto casual como elegante.Rune caminaba a mi lado, fingiendo que no tenía control sobre nuestros movimientos. Pero yo ya sabía la verdad. Él pensaba que estaba atrapada en su telaraña, creyendo que cada paso que daba, cada decisión que tomaba, era porque él me había guiado hasta allí. Pero estaba equivocándose. Yo tenía mis propios planes.—¿Qué opinas de esto? —pregunté con una sonrisa, levantando un vestido rojo brillante, ajustado al cuerpo con un escote pronunciado en la espalda.La expresión de Rune cambió al instante. Su mirada recorrió el vestido y luego volvió a encontrar la mía, como si tratara de leer algo entre líneas.—Es… atrevido —dijo, su tono una mezcla de sorpresa y aprobación.Me mordí el labio inferior, dejando que un ati
Ciprian apareció en la puerta con una sonrisa burlona, sacudiéndose el polvo de las manos como si acabara de terminar el trabajo más sencillo del mundo. Estaba tan tranquilo, como si lo que acababa de hacer fuera lo más común, como si hubiera entregado un paquete en vez de enviar a un hombre inconsciente al degolladero.—El cerdo ya está en el camión con Cristopher —dijo, con una calma que casi parecía una burla, como si habláramos de cualquier cosa menos de la situación que teníamos entre manos—. Tenemos treinta minutos antes de que despierte, así que si quieren seguir abrazados como dos adolescentes enamorados, este es el momento.Arzhel y yo no nos soltamos. Ni siquiera nos inmutamos.Ciprian arqueó una ceja, claramente esperando que reaccionáramos como siempre. Me imaginaba que esperaba ver mi rostro rojo como un tomate o a Arzhel incómodo, retrocediendo y aclarando la garganta, avergonzado por la situación. Pero no hubo nada de eso. Esta vez no.Arzhel me abrazó con más firmeza,
La cabaña estaba envuelta en la misma sombra macabra de aquella noche.El aire olía a madera húmeda y cenizas de recuerdos podridos. Este era el lugar perfecto para terminar lo que él mismo había comenzado, un escenario sombrío para la culminación de nuestra historia.Rune, quien había sido el artífice de muchas tragedias, ahora era la víctima. Yacía inconsciente en el suelo, su respiración pesada y su ceño fruncido, como si todavía estuviera atrapado en un sueño perturbador, una mueca de incomodidad que reflejaba lo que estaba por venir. No había escape. La red de mentiras, de dolor, de decisiones equivocadas que había tejido lo había atrapado en su propia trampa.Ciprian chasqueó la lengua con diversión mientras terminaba de atarlo con una precisión casi artística. Las cuerdas se ajustaban alrededor de su torso y piernas, asegurándolo con fuerza a la silla de madera maciza, que a su vez estaba firmemente clavada al piso. No había forma de que pudiera liberarse, y él lo sabía. Lo est
Fingí luchar contra las cuerdas una y otra vez, con más desesperación, aunque sabía que no tenía sentido. La sensación de las fibras ásperas que me cortaban la piel era un recordatorio cruel de mi propia impotencia.Mis muñecas ardían por la fricción, mi piel estaba enrojecida y marcada por las ataduras. El dolor real estaba mezclado con mi actuación. Sentía el pulso latir con fuerza bajo la piel herida, un latido acelerado que no podía controlar. El sudor se acumulaba en mi frente, mi respiración se volvía errática, jadeante. Pero no me detuve.No podía detenerme.Debía dar la pelea más fuerte, hacer una actuación mucho más memorable.Rune gruñó, forcejeaba contra sus propias ataduras. Vi cómo sus brazos se tensaban, sus músculos se marcaban bajo la piel en un esfuerzo inútil por liberarse. Sus manos se cerraron en puños, los nudillos pálidos de la fuerza con la que los apretaba. Su mandíbula se tensó, sus dientes rechinaban con demasiada furia. Su pecho subía y bajaba con un ritmo a
—¿Lo sabes? —cuestioné escondiendo la sonrisa que se estaba queriendo formar en mis labios— ¿Desde cuándo?Mi actuación debía ser perfecta, tenía que regalarle esa pequeña satisfacción de haberme engañado todo este tiempo, de esa forma, su sorpresa al saber que lo tenía entre las cuerdas sería mucho mayor.—Lo supe todo el tiempo —confesó— desde que te vi en la ceremonia. Puede que no luzcas como mi Aideen, sin embargo, tu mirada, tu manera de moverte, eres ella.¿Acaso dijo «mi Aideen? Este hombre realmente había perdido el uso de razón. Mi mandíbula se tensó. Debía admitirlo, el llevarme a un pueblo preparado para limitar mi libertad, de esa forma había sido una jugada bastante buena. No era suficiente para ponerme en una posición desventajosa, pero, admitamos que jugó bien.—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué actuaste como si no me conocieras? —mi voz se quebró un poco. Debía hacerle creer que estaba confundida e incluso dolida.Su mirada cambió, era una mezcla de diferentes emoci
Una gran carcajada salió de mis labios antes de poder detenerla. No fue una risa de diversión, ni fue una risa de burla.Fue una risa hueca, amarga, como la única respuesta que podía dar ante lo absurdo de la situación. Porque, después de todo, ¿qué más podía hacer? Había pasado demasiado tiempo tratando de comprender a Rune, intentando descifrar qué parte de él era real y qué parte era una ilusión creada por su propia conveniencia.Y ahora, aquí estábamos, en el punto final del tablero.Ese idiota frunció el ceño al escuchar mi risa, su expresión se endureció con una mezcla de confusión y fastidio. No era la reacción que esperaba de mí. No era el temor, la súplica o el dolor que seguramente deseaba ver en mi rostro.—¿De qué te ríes? —preguntó con impaciencia. Sus ojos oscuros analizaban cada uno de mis gestos, buscando una explicación.Le sostuve la mirada, y tras unos segundos, negué lentamente con la cabeza, como si realmente no pudiera creer lo que estaba viendo, como si toda est