—¡Ay, Gretel! —exclamó la jovencita mientras miraba el monitor de su computadora con enorme decepción—. Ojalá nunca te enteres de la clase de “rata de alcantarilla” que soy…

No era para menos. En su último correo, su amiga le había dicho cosas muy intensas sobre la amistad, cosas en las que ella había fallado no solo en una ocasión, sino varias veces, razón por la que todo el día había sentido un enorme hueco en el estómago mucho más doloroso que el hambre.

«La amistad es lealtad» pensó Sacnicté antes de hundir la cabeza en su almohada con forma de gato. «Creo que nunca he actuado con lealtad desde que te conozco…»

Ansiosa por dejar atrás aquellos pensamientos nocivos, la niña prendió su celular para buscar las fotograf&