Narrador.

Camilo se encontraba en la fría cueva observando a Melisa, sus pies se comenzaban a oscurecer, al igual que sus dedos y labios debido a las bajas temperaturas, la cubrió nuevamente con las cobijas, pero antes les quitó las jeringas y las lanzó al suelo. En ese momento Camilo desearía tener más droga para él y morir sin dolor, era un hecho que a estas alturas había perdido mucha sangre y estaba solo, lo mejor que podía pasarle era morir antes de que vinieran a cobrarle sus pecados que son muchos.

Observó a Melisa con agrado mientras recordaba, la primera vez que la vió acababa de terminar un trabajo, habían masacrado a un grupo numeroso de vendedores que intentaban robar su plaza y al terminar huyeron a otro estado de ese país y coincidieron con un grupo de personas compitiendo en carreras ilegales, él y su grupo dejaron sus autos a un lado de la vía y se sentaron a observar el espectáculo y allí miró a la joven chica.

Ruda y sexi, joven y hermosa, con su ropa apretada como A