AngélicaLas manos de Ernesto me regalaban caricias desde los muslos hasta los alrededores de mi entrepierna; eso me estaba volviendo loca, muy, muy loca. Ya me estaba desesperando porque ¡no me tocaba! Lo hacía para prepararme y poder recibirlo para minimizar el dolor. Sin embargo, Gaby ya me había comentado que sí dolía.Pero su estrategia me tenía con la piel muy sensible. Sus labios alrededor de mi pezón, el juego de su lengua al rozar mi erecto pezón. Lograba estremecerme hasta los confines de mi cuerpo. Su lengua lamiendo y succionando, logrando humedecer de una manera impresionante, mi entrepierna.También quería tocarlo, pero no me lo había permitido. Me tenía a su merced, y mi cuerpo disfrutaba de su dueño. Sí, así me digan anticuada, o tonta, Ernesto era mi dueño. Yo decretaba ser solo de él. Pero ya deseaba tenerlo dentro de mis entrañas y seguía jugando, negándome ese placer, lo hacía adrede para llevarme a la locura.Ahora empezó a jugar con mi ombligo. Tengo hasta ganas d
RubíEsta vaina de venir en grupos, pero que todos aparentemente se encuentren emparejados menos tú era jarto. —Sacando a los hermanos Orejuela—. Lo decía por mi caso, donde el novio mental solo se portaba atento en la cabeza de esta humilde soñadora. Y ver que ellos me incluyan a bailar por obligación de parte de sus parejas. Era peor.En la realidad, debía de conformarme con que solo seré su primita lejana. Durante el trayecto se había sentido obligado a caminar a mi lado porque; Gaby se veía feliz con su novio Samuel y me alegré por ella. Angélica, por lo escuchado hace unas horas de boca de los muchachos, andaba ayudándolos con algo delicado y era la mediadora entre ellos y su hermano y por ahora no regresaría sino hasta la noche.Euma también podía darse victoriosa en este paseo; desde la mañana que salió no había llegado y a Egan lo vi muy entusiasmado. Mapa, hoy se encontraba odiando al mundo por los pecados de Eva. Menos mal, a mí el ciclo menstrual no me daba tan duro; bajó p
María PaulaEl bullicio en la sala me despertó. Al moverme, una fuerte descarga de sangre hizo levantarme lo más pronto posible para correr al baño a evitar mancharme. ¡Detesto la menstruación! ¡No comprendo por qué los pecados de Eva los estoy pagando yo! Si no fuera porque deseo tener hijo, ya le hubiera dicho a algún médico para desaparecer mi órgano reproductor.Después de unos segundos le pido disculpa al Creador divino, pero la verdad cada mes era una tortura y no soportaba la incomodidad mensual. Me cambié, aseé, y traté de calmar la frustración. Las piernas las sentía pesadas, deseaba tanto un masaje. Eran pasadas las siete de la noche. Alexey después del almuerzo se quedó viendo una película. Comimos helado y me acompañó hasta quedarme dormida. Salí de la habitación y mi hermano salía de la suya.—Pero sí estamos, papi churros. —alabé—. Hasta hueles delicioso hermanito.—No empieces. ¿No te has arreglado?—Emmanuel, estoy en mi día sangrante, un movimiento y debo correr a un
EmmanuelNo tenía idea de las razones por las cuales las chicas se estaban tardando tanto. Después de cenar, donde le pedí la cena a mi hermana y su guardaespaldas. Alexey cree que yo era tonto, pero estaba calado por Mapa desde hacía mucho tiempo. Ahora comprendía su frase de: hay ciertas mujeres que hacen más daño y se refería a ella.—¿Qué tanto se arreglan? —exclamó Samuel.—Pienso lo mismo. —comenté.—Mi novia se verá hermosa con lo que se ponga. —Todos miramos a Egan.Esta mañana me dijo sus intenciones con Euma y, aunque no prometió la tierra, algo lo cual le agradezco, habló de lo feliz que se sentía a su lado. Otro a los pies de una mujer, Samuel, desde hace rato lo hizo por Gaby. Me alegré por ellos, sé lo agradable que era ese sentimiento de pertenencia.Esa sensación de sentirse ilusionado, enamorado, idiota y pendejo al mismo tiempo. Al menos las chicas de nuestras familias tenían valores infundados muy diferentes a otras mujeres. El recuerdo de Ana María volvió; no creo
AlexeyDesde que se fueron los chicos, Mapa había estado melancólica, por un rato lloró en mi pecho. Luego llegó la cena y nos entretuvimos comiendo, para ese cuerpo delgado y con cada cosa en su puesto comía demasiado y no tenía sobrepeso. Ya eran pasadas las nueve, y continúa nostálgica. La verdad es que no sabía qué hacer. Fuimos criados como primos, pero a ella no la veía de esa manera, en cambio, con Euma sí.—¿Ya estás mejor, Vainilla?Negó. Me abrazó por la cintura y tenerla entre mis brazos me daba tanta paz. Nos quedamos mirando la película por unos minutos hasta que comenzó a quejarse de nuevo y se pasaba la mano constantemente por los muslos. «Hacerle masajes», eso había dicho la mesera.—Vamos a tu cuarto, para que puedas acostarte, y espero terminar la película.—Bien. —bajó la mirada.¿Ahora qué dije? Esperé que saliera del baño, seguía con su carita triste, María Paula… «Estás jodiéndome».—¿Te duelen mucho las piernas?—Sí, más que dolor es pesadez, cansancio, fastidio
EmmanuelEsto sin duda era una locura, desde hacía mucho no me salía del papel de persona correcta. Pero aquí me encontraba. Dispuesto a llegar hasta donde esta pequeña niña lo permitiera. El guardaespaldas se había quedado en el auto. Le dije que no era necesario, podía defenderme y defenderla.El lugar había sido recomendado por él. Le pedimos un lugar discreto, elegante y agradable. Como era lugareño, supo llevarnos al sitio correcto. Por eso caminábamos en una discoteca con apartados en bohíos. La pista estaba con algunas parejas, era una circunferencia considerable, de ahí se desprendían caminos hasta llegar a los bohíos, los cuales nos darían muy buena privacidad.Una ubicación en la que se podía hacer lo que fuera. Nuestras manos seguían entrelazadas desde el ingreso y durante el recorrido, siguiendo a una de las meseras para nuestro solitario encuentro. Nos indicaron dónde se encontraba el teléfono para llamar. Por si deseábamos algo, nos entregó la carta de servicios antes de
RubíEstaba permitiéndole llegar a lugares donde había planteado hacerlo con alguien estable y no por una noche. Pero Emmanuel superó mis expectativas y no iba a negar mi sentimiento hacia él. Sus besos me supieron al manjar más delicioso de caramelo. Donde había puesto sus manos quemaron la piel, muy seguro mañana lamentaré el no volver a tener esto.Pero tomaré el riesgo. Y no sentiré remordimientos, porque yo era quien decidía quién me tocaría. Mi respuesta había avivado ese par de ojos, los cuales parecían dos pozos negros llenos de lujuria. Su demandante voz era lo único que quería obedecer. Me cargó para cambiar de posición.Ahora estaba de espalda al sillón y él arrodillado, mis senos al descubierto. —Ni en mis sueños había imaginado tener tal experiencia con él—. Tampoco iba a pensar, solo a disfrutar. Ese morenazo pasó sus manotas por mis muslos, llegó a la pequeña ropa interior de encaje negro y, en vez de quitármelo, las desgarró.Lo vi mirar mi parte íntima y lamerse los l
GabrielaRegresé a la mesa donde nos habíamos sentado las cinco luego de dar mi discurso por la boda. Mis amigas me recibieron con felicitaciones por mi oratoria. Ya Maco había salido del grupo de soltera. Y eso que yo era la mayor de todas, aunque Maco no lo parecía por lo centrada y anciana mental que era.Ella, que siempre tenía razón en lo que decía, nació con ese don de tener boca de santo. Mil veces me había dicho: no mires a Samuel como el hombre de tu vida. Lo amaba, pero no era un hombre para una sola mujer. Es mi hermano y lo conozco, podría hacerte daño si no te ama. Porque cuando lo haga, será el hombre más bello del mundo. Solo deben llegar a ese corazón escondido.Nunca le he hecho caso, y espero no haberme equivocado con lo sucedido entre los dos en estos últimos meses. Ya había apostado por Samuel y mi sentimiento, por eso me entregué a él en la cárcel. —Sonreí como una tonta enamorada, al recordar...—¡Estos pasteles están deliciosos! —exclamó Rubí, que tenía rato de