Capítulo 20

Permanecí de rodillas, con el corazón tan acelerado como las mariposas en el estómago.

— Ese pequeña preciosa debe de estar deliciosa. Ven, déjame probarla, Ana Lis.

Me agarré con fuerza a su cuello, mientras él hacía movimientos alrededor de mi húmeda entrada con su glande. Tiró de mí hacia abajo mientras se encajaba en mi canal.

— Un poco más, Ana. Vamos, puedes hacerlo.

La ronquera de su voz me dejó con ganas de saber qué se sentiría al tenerlo dentro.

— Oh... No tengo el valor.

No sé cuánto había entrado, pero si iba a doler más que eso, me rendiría fácilmente, aunque sintiera gran parte de mi cuerpo, entumecido y ligero.

— Está bien te ayudaré, mírame.

Hice lo que me pediste, en cuestión de segundos me perdí en tus ojos y me olvidé por completo de todo lo que nos rodeaba.

Adriel apretó mi cintura con fuerza, pegó nuestros cuerpos sin dejar un sobrante.

Sus caricias me calentaron más de lo que imaginaba, mientras sus manos guiaban nuestros movimientos muy despacio.

— Uh...

Apreté
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