Capítulo 22

— ¡Está bien! No puedo irme de aquí sin antes hablar con mi marido.

Sonreí al pronunciar esta frase, preguntándome cuál sería la reacción de Tomás si supiera lo que había pasado y que posiblemente me habían engañado y luego descartado. Así que dejé este asunto para que lo resolviéramos Adriel y yo a solas.

— Si esa es tu decisión, la respeto. Sólo quería evitar que pasaras por otra mala situación. — Tus palabras suenan tristes.

— ¡Gracias, Tomás! Te agradezco que te preocupes por mí. Puedo decir que tengo a alguien en mi familia que se preocupa de verdad por mí.

Pasamos un rato paseando entre la gente. Oí que había muchos clientes entre nosotros, no sólo personal y amigos.

Mientras charlábamos al azar, intenté ocultar mi figura a los ojos de mi padre.

Después de lo de ayer, me mantuve alejada de las bebidas alcohólicas. Para evitarme más sorpresas desagradables, ni siquiera el agua que me ofrecieron me atreví a beber.

No pagaría por ver, no se puede jugar con los Lobos. Pasaban las ho
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