Incompetencia

Capítulo 3

—Felicia, ¿Acaso eres idiota? ¿Te estás dando cuenta la gravedad del asunto? —reclamé a mi tarada asistente, quien permanecía con la cabeza gacha sin decir nada, porque según ella había organizado todo y encontrado a la persona indicada para ese asunto, no obstante, hizo un desastre y por ese error todo iba a irse por el caño. 

Apreté la mandíbula y los puños acercándome hacia ella y sostuve su barbilla con ira acumulada.

—Te juro que si no encuentras ahora, quién rayos fue la chica que entró a esa habitación, voy a hacer de tu vida un verdadero infierno, me encargaré de hundirte hasta que estés en la calle como una mendiga —amenacé lleno de cólera —. Ahora sal de mi vista y resuelve este problema —empujé su barbilla y ella corrió saliendo de mi oficina. Un problema más se sumaba a mi vida, pero ese podría ser uno catastrófico. 

Mis padres no podían enterarse de semejante escándalo, y menos la prensa porque definitivamente iba a ser carne para buitres, ellos disfrutarían el festín, podía imaginar a mi madre histérica reclamándome por haber cometido tal atrocidad, y es que ellos no dejaron opciones para mí, se encargaron de presionarme lo suficiente respecto a ese asunto, que recurrí a medidas extremas y desesperadas, porque obviamente no tenía intenciones de casarme con nadie, ninguna mujer se acercaba a los estándares que yo buscaba y a mis 28 años necesitaba un heredero para poder calmar a mis desesperados padres.

Continuamente, me inquietaban con la idea de casarme con una mujer y tener un hijo, por el hecho de que en todas las generaciones de nuestra familia era sumamente obligatorio casarse antes de los 30 años y tener un hijo para poder heredar la fortuna que pasó desde los bisabuelos de mis padres.

Me dejé caer en la silla, sosteniendo el puente, de mi nariz, con los ojos cerrados. Solté una gran cantidad de aire intentando mantener la calma, necesitaba encontrar a esa chica, no podía permitir que eso saliera a la luz, si era necesario, estaba dispuesto a pagar una fortuna para comprar el silencio de quien fuera, sin embargo, temía que alguien estuviera tratando de chantajearme para sacar más dinero y tenerme completamente atado de manos y pies.

El teléfono de mi escritorio sonó y levanté la bocina para contestar.

—Qué pasa Felicia —solté impaciente 

—Señor, encontré a la chica, se llama Berenice, al parecer hubo una equivocación, ella tiene el mismo apellido de Genette, y entró a la habitación errada.

—¿Cómo es posible que dos mujeres estén en el mismo lugar para cosas diferentes y tengan el mismo apellido Felicia? Aquí únicamente pasan dos cosas, o es una trampa para destruirme, o tengo muy mala suerte —declaré con desaprobación—Bien, dime todo lo que sabes de la chica, dónde vive, como puedo contactarla —pedí y ella hizo silencio. 

Esperé algunos segundos y al no obtener respuesta perdí la paciencia. 

—¿Acaso eres sorda o qué? Habla estúpida —reclamé 

—Lo siento, señor, es que bueno, la chica…—volvió a hacer silencio 

—Definitivamente, hoy es el día que quieres acabar con la poca tolerancia que tengo, Felicia, espero puedas abrir tu estúpida boca y contarme todo, porque te juro que estoy a un silencio más de salir de la oficina para echarte a la calle yo mismo —advertí 

—La chica tiene 18 años, señor, estudia en Madison School, este año se gradúa de la preparatoria —pudo explicar finalmente, pero hubiera deseado que no lo hiciera, ahora era yo quien estaba callado, quedé en shock porque aquello podía ser peor de lo imaginado.

《 Estoy acabado, si la prensa sabe esto podría ir a la cárcel, dirían que abuse de una chica y mi vida terminaría》

Pensé pasmado, no obstante, me levanté de mi escritorio y salí de la oficina para ir yo mismo a esa escuela, necesitaba resolver ese problema cuanto antes posible y tenía un plan el cual podría funcionar. 

—Felicia, averigua más sobre la familia de esa chica, necesito saberlo todo, iré a esa escuela —comenté—. Espero toda esa información cuanto antes —recordé.

Subí al auto, conduje a toda velocidad y en media hora estuve en aquella escuela, cuando bajé de mi vehículo, recibí un mensaje con toda la información necesaria. 

La chica vivía con su madre y padrastro, tenía un hermano de 5 años, sus recursos no eran suficientes y lo más importante, esa muchacha había enviado solicitud para entrar a la universidad de Yale, lo cual me ayudaría aún más en ese plan. Si algo hacía el dinero, era que podía resolver problemas, y yo aprovecharía mi posición para salir de ese embrollo por culpa de la incompetencia de Felicia y la presión de mis padres.

Pase la entrada buscando alguien que me guiara hasta el aula donde se hallaba la chica y encontré un mocoso de unos 16 años al cual le pregunté, me miró raro, pero cuando le ofrecí un billete de 20 $ me llevó a donde yo quería. 

《 En efecto, el dinero ayuda》

Reflexioné. 

Al ponerme de pie frente a la puerta, descubrí un salón repleto de mocosos y pensé que no sería fácil, sin embargo, la atención de todos se dirigió hacia mí, luego la profesora también me observó poniendo cara de idiota, realmente odiaba cuando una mujer se quedaba de esa manera, parecía ser que no podían disimular dándose su puesto, cosa detestable para mí. 

La convencí de llamar a la chica y cuando se puso de pie, descubrí que ya la había visto antes, porque fue ella con quien tropecé al entrar en la clínica, entonces supe que el mundo era realmente pequeño, se puso frente a mí viendo a su profesora como en un gesto de pregunta si podía salir y obviamente la mujer le concedió el permiso. 

Cuando estuvimos afuera comencé a interrogarla y por su reacción supe que ella no tenía idea de nada.

—Es que yo, no, oh, no mamá va a enojarse conmigo, mi vida está acabada —se lamentó entrando en pánico, me acerqué y sostuve sus brazos para que se calmara, no necesitaba una jovencita, que por cierto, se veía mayor para su edad, podría pasar por una joven de 22 u 24 años, lo cual me llevó a analizar que eso había ocurrido, ella parecía mayor y nadie se percató de nada, siendo el error más catastrófico de mi vida.

—Cálmate niña, no quiero un escándalo aquí, necesito que vengas conmigo, te llevaré a casa, debo hablar con tu madre —aseguré y ella se tensó. 

—No, no, ella enloquecerá, ¿cómo podría explicarle que me inseminaron por accidente, no estoy lista para ser madre aún, ni siquiera me he graduado de la escuela y yo quiero ir a la universidad —enumeró al borde del colapso? 

—Calla, te digo que esto tiene solución y si no vienes conmigo te juro que voy a encargarme de hacer pagar a tu familia, por esto, es un delito robarse una muestra, tú prácticamente te robaste mi muestra e hiciste que la introdujeran dentro de ti, así que tienes todas las de perder —amenacé y su rostro se puso pálido. 

—No, por favor, yo le juro que no sabía, era mi primera vez visitando al doctor y ellos me llamaron, dijeron mi apellido, estoy diciendo la verdad, se lo juro —explicó aterrada.

—Bien, de igual manera necesito hablar con tu madre, así que vamos —la lleve casi a rastras sacándola de la escuela para subirla a mi auto, para ese momento había roto tantas reglas, puesto que llevarse a un menor de edad sin consentimiento de sus padres, ameritaba la cárcel, pero ¿que era peor? No lo sabía, esa muchacha en aquel momento había sido inseminada con mi semen, ella tendría un hijo mío si todo salía respecto a mi plan, sin embargo, la otra cara de la moneda apuntaban un desastre a nivel caos mundial. 

Ella me dijo la dirección exacta de su vivienda y conduje viéndola de reojo cada cierto tiempo, sentí un poco de lástima por esa chica, realmente se notaba preocupada, pero yo no tenía tiempo para pensar en nadie más, porque carecía de ese afecto llamado empatía. 

Llegamos finalmente y al contemplar aquella casita tan pequeña, supe que sería muy fácil poder tener el control sobre ese asunto, un poco de dinero y todo estaría resuelto. 

—Y bien, ¿espero afuera o puedo pasar? —interpelé y ella vio la puerta, luego a mí nuevamente. 

Al parecer se encontraba en la difícil decisión si entrar o no, y a la verdad no tenía tiempo para sus dudas y crisis metales. 

—¿Hola?, tierra a la niña, necesito resolver esto cuanto antes —recordé y suspiró haciendo una seña para que me quedara afuera esperando, después de pocos segundos apareció una mujer más adulta que deduje debía ser su madre, ella me analizo detalladamente desde los pies hasta la cabeza y estiré mi mano para presentarme. 

—Hola, un placer conocerla señora, mi nombre es Maximilian Relish, estoy aquí porque necesito explicarle algo sumamente importante —puntualice viendo a la chica a un lado de su madre, ella tocaba su brazo derecho y mantenía la cabeza gacha, una señal de nerviosismo evidente. 

—Un placer, señor Maximilian, pase adelante —invito la mujer. 

Cuando estuvimos en la pequeña sala, sentí náuseas por tan deprimente casa, realmente necesitaban salir de ahí con urgencia. 

—Bien, ahora que estamos aquí, puede explicarme por qué usted trajo a mi hija, y la mayor razón, por qué yo no he llamado a la policía para denunciarlo —habló con calma, pero era clara su amenaza. Sonreí al escuchar esas palabras, porque nadie nunca se había atrevido a hablarme de ese modo.

—Señora, sabe algo, creo que he sido tolerante hasta ahora, porque desde ayer su hija se convirtió en un dolor de cabeza para mí —la miré y su madre hizo lo mismo volviendo la atención a mí. 

—¿Qué quieres decir?

—Pues, su querida Berenice entró a una habitación incorrecta, fue inseminada con mi muestra personal, y ahora ella lleva en su vientre mi semilla —expliqué y la mujer abrió los ojos hasta más no poder, vio a su hija de manera consternada, empero sus labios no poseían la capacidad de pronunciar palabras. La entiendo, también me sorprendí al enterarme, pero pasa lo siguiente, esa muestra estaba destinada para algo y lamentablemente su hija interfirió en ello, lo cual me lleva a lo siguiente, tenemos dos opciones, una demanda de mi parte que seguramente voy a ganar enviándolos a la cárcel y la otra más razonable que pienso es la mejor—expresé con detenimiento y suma calma.

—¿Cuál sería la otra opción? —quiso saber la mujer con una mueca seria y de odio intenso a mí. 

—Tener a mi hijo, yo pagaré todo y a Berenice no le hará falta nada, además de que podemos firmar un acuerdo que al nacer el niño yo les pagaré una buena cantidad de dinero, ¿Qué les parece? Todos felices, ¿No? —propuse en una sonrisa tenue, ella observó a su hija, quien tampoco podía decir una sola palabra, las dos se congelaron generándome impaciencia. ¿Y bien? No tengo todo el día —exigí 

—Bueno, señor Relish, tampoco es tan fácil, necesito pensar las cosas y hablar con mi hija, ¿podría darnos tiempo? —pidió y a pesar de que no estaba de acuerdo, tuve que aceptar para al menos ganarme la confianza de la mujer.

—Bien, tienen hasta mañana, aquí está mi tarjeta —la entregue en sus manos y salí. 

《 Espero esto, resulte 》

Pensé subiendo al auto.

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