Una semana después, la señora Mónica fue dada de alta, la llevaron a la mansión, con un equipo de médicos y enfermeras, el doctor Saúl por complacerla había hecho todos los arreglos.

Las empleadas tenían listo todo, la dejan un rato en el jardín, le hacía falta tomar un poco de sol, aire fresco, una de las empleadas le llevó el té, estuvo acompañada.

Ella le marco a Alma, espero que le contesté, del otro lado de la línea:

—” Buenas tarde, señora Mónica dígame en qué la puedo ayudar.”—

—” Buenas tardes Alma, la espero a las cinco de la tarde, es para ponernos de acuerdo con la boda de su hija con mi nieto, no aceptó negativa.”—

—” Está bien, allí estaremos los dos, así mi esposo habla algo delicado con el doctor Saúl, no me pregunte, es cosas de hombres, que tenga una feliz tarde.”—

Cortó la llamada sin darle tiempo a preguntar, dejará que su esposo hable directamente con el nieto de la señora Mónica.

La señora Mónica quedó disgustada, no le había dejado preguntarle nada, tenía que esp