Capítulo121
—¡No te preocupes por mí, Luna! Soy capaz de manejar cualquier asunto, — dije con confianza, golpeándome el pecho.

En ese preciso momento, frente a Luna, ya no me sentía como su —hermanito— sino como un hombre.

Un hombre de verdad no permitiría que la mujer que ama se preocupara por él.

Un hombre debe ser seguro de sí mismo y además proteger a la mujer que ama.

Luna no pudo evitar reírse de nuevo: —¡Eres terrible! Me haces querer llorar otra vez.

—¡Ni se te ocurra volver a llorar! Se te inflaman los ojos y, ¿qué harás después?

—Además, lo peor de todo es que cuando llegue tu amiga, ¡pensará que yo te hice algo!

Al escuchar mis palabras, Luna rápidamente se contuvo de seguir llorando.

Justo en ese momento, oímos unos suaves golpes en la puerta.

—Luna, ¡ábreme! Soy yo, Paula.

¡Qué mala suerte!

Apenas habíamos mencionado a Paula, y de repente, allí estaba, llamando a la puerta.

Es increíble cómo a veces, cuando hablas de alguien, aparece de inmediato.

Luna se apresuró a secarse las lágrim
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