Eric cauteloso dijo: —Eso no es cierto. Aunque mi exesposa sea muy guapa, no se compara contigo.—Tú eres tan joven y tienes un cuerpo espectacular. Tienes tanto juventud por todo tu cuerpo, con tan solo mirarte y ya te de deseo.Para mis adentros la maldije a Eric por ser tan despreciable.La enfermera pequeña también parecía ser una experta; al menos era más hábil que esa tal Alaia.De forma seductora se recostó sobre Eric pareciendo una niña pequeña buscando consuelo: —Sé que te atrae mi belleza, esa también es mi ventaja.—Soy joven y bonita, tengo un espectacular cuerpo, además soy buena en la cama. No puedes dejarme escapar.—Serias un bobaso si lo hicieras, seguro que lo lamentarías.A Eric le encantaba este tipo de mujeres audaces y seductoras. Sonrió despreocupado y dijo: —Me encantan las mujeres como tú... Ven, vamos a hacer otro juego de roles.La verdad es que se estaban comportando de una manera descarada y lasciva, aunque su —desempeño— la verdad no era la gran cosa. No i
Este tipo podía hacer algo así, lo que indicaba que debía estar pasando por serios problemas financieros. Yo había decidido tentarlo de esta manera, con la única esperanza de que cayera en la trampa.Como lo esperaba, el tipo pensó por un momento y luego aceptó mi propuesta sin dudarlo dos veces.—Está bien, iré contigo adentro, pero al menos quiero esa cantidad.Extendió con descaro tres dedos hacia mí.Siguió sonriendo mientras respondía: —Sin problema alguno, vamos primero adentro.Mientras caminaba tranquilo con el tipo hacia la clínica, le hice una señal a Kiros para que empezara a dispersar a la multitud.Con esto, el asunto llegaba a su fin; al menos, eso esperaba. Si todo se quedaba en una simple escena, no pasaría de ser un pequeño escándalo.Pero si la situación llegaba a intensificarse, sin duda alguna afectaría la reputación de la clínica.Llevé al tipo sin desviarnos a la zona de oficinas.El hombre se mostró algo cauteloso, miró cuidadoso a su alrededor y, al ver que no h
Sanación Ósea era un lugar que conocía bien se trataba de una clínica ortopédica especializada en el tratamiento de lesiones y fracturas.El dueño era Tarek Rejón, un hombre regordete con el que ya me había cruzado en varias ocasiones.Lo que nunca imaginé es que él estaría interesado en perjudicar al Hospital San Rafael.—Ya te dije todo lo que tenía que decir, ¿y sobre la compensación que mencionaste, cuándo me la vas a dar?Ese tipo todavía tenía el descaro de pedirme una compensación. La verdad me daba ganas de darle una bofetada.—Nuestro jefe acaba de tener problemas, y tú vienes a difamar al Hospital San Rafael, ¿y ahora tienes la desfachatez de pedirme una compensación?Cuando vio que me estaba acercando para golpearlo, se asustó tanto que salió corriendo despavorido.Mario me miró asombrado y me preguntó: —Óscar, ¿deberíamos ir a la clínica de Tarek a buscarlo para aclarar las cosas?—Si no tenemos pruebas, no tiene sentido alguno. Seguro que no va a admitirlo.Mario respondió
—Escuché que en Sanación Ósea no están pasando por un buen momento económico, así que he traído algunos pacientes para apoyarte,— le dije a Tarek con una sonrisa de oreja a oreja.La expresión en su rostro se tornó gris y emoción alguna.Yo, por mi parte, seguí sonriendo con amabilidad, sin buscar problemas ni causar alboroto.¿Qué se podía llamar esto? Simplemente, una —venganza justificada.Tarek no pudo mostrar ninguna actitud agresiva. Lo único que podía hacer era ordenar a sus empleados que nos atendieran de la mejor manera.Me aseguré de que todos ocupáramos los asientos disponibles, de modo que cuando llegaran otros clientes, no habría lugar donde sentarse.El objetivo principal no era ni siquiera recibir tratamiento; cada vez que sus empleados nos preguntaban dónde nos dolía, les respondíamos que todo nuestro cuerpo nos dolía y les pedíamos que me hicieran un examen completo.Si decían que no encontraban nada y me sugerían ir a un hospital más grande para más pruebas, yo respon
Así es Viviana, como una rosa en medio de un jardín de flores; no importaba a dónde fuera, siempre lograba atraer todas las miradas.Cuando Viviana entró en Sanación Ósea, se dirigió directamente a Tarek y le dijo: —Parece que me he torcido el brazo, ¿puedes revisarlo?Tarek no sabía nada sobre la relación entre Viviana y Patricia; lo único que sabía era que esta mujer era como una flor, en realidad una belleza fuera de lo común.Con una linda sonrisa, Tarek se acercó apresurado, con la intención de aprovecharse de la situación.Sin embargo, antes de que pudiera tocar el brazo de Viviana, de repente recibió una bofetada en la cara.Tarek, sujetándose la mitad de la cara, miró atónito a Lucian: —¡¿Oye por qué me pegaste?!—La señorita Viviana es una persona de Mikel, de la capital. Tus manos no tienen derecho alguno a tocar su brazo,— respondió Lucian con firmeza y ferocidad.Aunque Tarek no sabía quién era Mikel, pudo ver con claridad en lo profundo de sus ojos de Lucian que estas dos
¡Pum!Lucian no dudó ni un segundo, y con un certero golpe, le dio una tremenda bofetada a Tarek, dejándolo tirado en el suelo.Pero eso no fue todo, Lucian se acercó furioso, y Tarek, aterrorizado, empezó a retroceder.—¿Qué estás haciendo? ¿Qué piensas hacer? Te advierto que no te metas conmigo, yo conozco a gente del mundo de la mafia...— comenzó Tarek, intentando amenazarlo, pero su voz en ese momento temblaba de miedo.Lucian, sin mostrar ni un indicio de temor, se echó a reír: —¿La mafia, eh? Bueno, cuéntame, ¿quién eres? Llama ahora mismo, que yo quiero ver a quién traes. Ja,ja,ja.Tarek, desesperado, asustado sacó su móvil y comenzó a marcar, diciendo: —Manuel, trae a tus chicos rápido.Cuando escuché el nombre de Manuel, sentí que la ira me invadía al instante.¡Así que era Manuel quien estaba colaborando con Tarek!Aquilino siempre había sido bastante generoso con ese miserable del Manuel, pero este traidor... se había aliado con el enemigo para intentar hundir a Aquilino.Er
Aproximadamente media hora después, Manuel apareció en Sanación Ósea acompañado de un grupo de matones.El encuentro con un enemigo siempre provoca una gran tensión.Manuel y yo nos mirábamos con una aversión mutua, ambos claramente irritados por la presencia del otro.Junto con Manuel, estaban los mismos matones que siempre me habían causado problemas, entre ellos el tal Enrique, el de los cabellos rubios. Y, para mi sorpresa, detrás de Enrique estaba una cara bastante conocida: Emma.Al ver a Emma, no pude evitar hacer mala cara.Ella estaba con Mario, ¿cómo es que ahora se encontraba con este tipo rubio?Esta mujer no era para nada una buena chica.Pero antes de que pudiera pensar mucho más, Manuel apuntó hacia mí con el dedo y, con voz tenebrosa, me reprendió: —Óscar, ¿eres tú el que está armando alboroto aquí?—¿Acaso eres el perro faldero de Aquilino? ¿Por qué te sacrificas tanto por él?Le aparté con rabia la mano de un empujón: —¡Tú, maldito ingrato! ¡Aquilino siempre ha sido b
Inicialmente, pensé que con un buen puñetazo a Manuel podría intimidarlo, hacerlo retroceder, pero él no mostró ni un ápice de miedo. Al contrario, me miró con una mirada llena de odio y veneno.Probablemente, ante sus ojos, ni siquiera valía la pena que me temiera.—¡Eres un buen tipo!— dijo Manuel con una sonrisa sarcástica: —Hoy tuviste un gran aliado, pero ¿puedes seguir siendo tan afortunado siempre?—Mejor reza para que no caigas en mis manos, porque si eso pasa, te juro que te vas a arrepentir.Al mirarlo, una sensación sombría recorrió mi cuerpo.Era evidente que lo había ofendido de tal manera que no se detendría hasta vengarse. Manuel no dejaría pasar esta valiosa oportunidad.¿Debía dejarme intimidar? No, de ninguna manera ya no podía permitirlo.Había prometido cambiar, volverme más fuerte, más grande, y no podía seguir siendo el mismo endeble de antes, uno que se acobardaba al primer problema.Así que, decidido, le di una patada con fuerza: —Cuando seas capaz de atraparme,