Capitulo266
Al ver la expresión de María, sentí como si todas mis hermonas se comenzaran a alborotar de golper.

—El comer y el sexo son partes inherentes de las necesidades de nosotros como humanos.

Eso decía una vieja frase, y en ese momento entendí su verdad. Era algo que no podía controlar.

María, con sus ojos llenos de mucha picardía, lanzó una mirada directa hacia mi entrepierna y comentó: —Y ándale a mirar, ya estás erecto otra vez, ¿no?

—Entonces, ¿qué estás esperando? Ven de una vez.

Mientras hablaba, hizo un movimiento insinuante levantando ligeramente su falda.

Ese simple gesto me dejó hipnotizado.

Quería lanzarme sobre ella en ese instante, atraparla entre mis brazos y hacerle el amor apasionadamente, sin importar el lugar ni el momento.

Pasé saliva con fuerza y pregunté, dudoso: —¿Es en serio que también lo deseas? No estarás jugando conmigo otra vez, ¿verdad?

—¿Tú crees que estoy jugando? Mira mi cara, ¿acaso parezco alguien que está bromeando? — María continuó con ese tono seductor,
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