Todo esto demostraba que algo pasaba con Christian.

—Carmen, no, te juro que te quiero de verdad, nunca he tenido la intención de aprovecharme del poder de tu familia López, y mucho menos de tomar el control de la empresa de tu familia...—dijo Christian sinceramente.

—¿De verdad?—preguntó Carmen, mordiéndose los labios, confundida y sin saber si debía creerle o no.

—Entonces, ¿por qué no capturaste a los secuestradores cuando me salvaste, en lugar de matarlos?—preguntó ella, con el corazón en un puño.

—Te dije que en ese momento no tenía habilidades marciales, tuve suerte de poder recuperar una sola vida de sus manos, ¿cómo iba a ser capaz de capturarlos?—respondió Christian con tristeza en su rostro.

—De acuerdo, por ahora te creeré que no tenías habilidades marciales en ese momento—dijo Carmen, pero luego preguntó: —Pero, ¿cómo es que en solo dos o tres meses has adquirido habilidades marciales tan avanzadas? ¿Y por qué ahora tienes habilidades sobresalientes que antes no tenías? Te