—¡Bien, esto es lo que te has buscado!

—Hermanos, atáquenlo, golpeen a este chico hasta dejarlo lisiado y luego tírenlo a la calle para que los perros se lo coman.

Joaquín rio furiosamente y agitando su mano dio la orden de atacar.

Estos secuaces ya estaban preparados. Agitando sus armas, se abalanzaron hacia Christian con una mirada feroz.

—Bien hecho, veamos cómo los enfrento.

Christian gritó en voz alta. Para proteger la seguridad de Carmen no se alejaba ni un paso de ella e incluso evitaba cualquier ataque del enemigo para evitar que le hicieran daño.

¡Vamos!

Christian apretó los dientes y concentró su Espíritu en su espalda para resistir el ataque de tres barras de hierro. Emitió un gruñido sordo.

Luego saltó en el aire y con una serie de patadas derribó a los tres enemigos.

Aprovechando esta oportunidad, dos enemigos armados con machetes se acercaron a Christian para atacarlo.

Christian mantuvo la calma y agarró la muñeca de uno de los enemigos, le quitó el machete y lo usó para