—Abuelo, lo que digo es la verdad —dijo Liberio con determinación, sintiéndose muy agraviado.

—¡Insolente! ¿Acaso no te he dicho que te calles? Por tu juventud e ignorancia, te exijo que te disculpes inmediatamente con Fermín, ¡o de lo contrario enfrentarás las consecuencias según las reglas de la familia! —Quiterio se enfureció ante la desobediencia de Liberio.

—Esto... Al ver la ira real de Quiterio, Liberio sintió un escalofrío y se tragó las palabras que estaba a punto de decir.

—¡Pide disculpas a Fermín de inmediato! —exigió Quiterio enojado.

—Ya... ya lo entiendo. Fermín, lamento mucho lo sucedido, solo estaba muy ansioso por obtener el elixir de espíritu de girasol y hablé sin pensar. Por favor, perdóname —se disculpó Liberio con resignación.

—Está bien, eres joven y no entiendes del todo. Solo ten más cuidado en el futuro —suspiró Fermín. Aclaró su garganta y continuó seriamente.

Sabía que Liberio era un tanto arrogante y tenía la intención de competir con Herminio por la