Con el sonido nítido de dos huesos rompiéndose, las piernas de Amalio fueron brutalmente fracturadas por Christian.

Luego, un grito desgarrador escapó de él, el dolor oscureció su visión y estuvo a punto de desmayarse en el acto.

—Christian, maldito seas. Espera a que te atrape. Una vez que caigas en mis manos, te mataré sin piedad —maldijo Amalio con el rostro distorsionado por el dolor.

—Tu lengua es tan afilada. Me encanta lidiar con bocas como la tuya —respondió Christian con una mirada fría mientras levantaba la mano, preparándose para golpear.

—¿Qué más piensas hacer? —exclamó Amalio sorprendido, sintiendo una sensación desagradable en su corazón.

—Es simple. Estoy planeando anular tu cultivación. Veremos cómo te comportas en el futuro —dijo Christian con una expresión sombría.

Aunque había decidido dejar temporalmente a Amalio con vida, los crímenes de traición de Amalio eran graves. No solo había ayudado a Amadeo contra él en varias ocasiones, sino que también había secuestrado