—¿Sustitución?

El Capitán Jáuregui y los clientes se miraron mutuamente al escuchar estas palabras, detectando la sospecha en las miradas de los demás.

—No es nada.

El periodista sintió un escalofrío en su corazón y rápidamente agitó las manos, preparándose para retroceder.

Sin embargo, ¡Christian no permitiría que se saliera con la suya!

—Adrián, ¡detenlo! —Christian ordenó.

—¡Sí! —Adrián obedeció y, con dos miembros del personal de seguridad, se acercó rápidamente y detuvo al periodista.

—Christian, ¿qué estás insinuando?

—¿Por qué estás haciendo que me detengan?

La expresión del periodista cambió, forcejeó con fuerza pero no pudo liberarse del agarre de los dos guardias de seguridad.

—¿Qué opinas?

—¿Qué has hecho? ¿Acaso no lo sabes tú mismo?

—Habla, ¿quieres confesar por ti mismo o prefieres que lo diga por ti? —Christian sonrió fríamente.

—No entiendo de qué estás hablando.

El periodista respondió con valentía, pero en su corazón se preguntaba si Christian había descubierto su man