—Sí.

—Seguro que ha habido un error en la prueba, o tal vez algún problema con el equipo de prueba.

Al escuchar la pregunta del periodista, los ojos de Amadeo y sus compañeros se iluminaron nuevamente, y una pequeña chispa de esperanza renació en sus corazones.

Sin embargo, la alegría fue efímera. Antes de que pudieran regocijarse, los resultados de la segunda prueba salieron rápidamente, siendo idénticos a los de la primera.

No solo eso.

Inmediatamente después, el periodista reveló accidentalmente su juego, siendo desenmascarado por Christian en el acto, convirtiéndose así en prisionero.

En ese momento, los tres finalmente entendieron que Christian había descubierto las artimañas del periodista desde el principio, y había contraatacado con éxito.

La tenue esperanza que habían cultivado en sus corazones en ese breve momento se desvaneció sin piedad.

—Maldición.

—Christian, estamos enemistados.

Amadeo, furioso, agarró la taza de la mesa y la arrojó al suelo con fuerza, rompiéndola en pe