—¿De verdad? ¡Eso es genial!

—Christian realmente es un médico excepcional, su habilidad médica es muy asombrosa.

Al escuchar esto, Fermín se sintió aliviado y estalló en risas. No solo él, sino también Herminio y Hilario estaban muy emocionados, y no pudieron evitar sonreír de alegría.

Después de la alegría, Fermín sacó un bolígrafo y un cheque, y rápidamente escribió una serie de números en el cheque, sumando un total de mil millones.

—Christian, gracias a ti, Leocadia ha sido salvada. Esta es mi expresión de gratitud, un pequeño gesto en comparación con tu valiosa generosidad— dijo Fermín sinceramente mientras le entregaba el cheque a Christian.

—No es necesario— respondió Christian. —Fermín, tu amabilidad está suficientemente comprendida. No soy un médico convencional y no tengo la costumbre de cobrar honorarios a nadie. Deberías quedarte con el cheque.

Christian ni siquiera miró el cheque, rechazándolo amablemente la recompensa de Fermín.

—¡No puedo aceptar esto! — exclamó Fermín.