Capítulo 1485
Justo en ese momento, Leocadia, que yacía en la cama, abrió de repente los ojos. Un rubor extraño se extendió por su pálido rostro, y luego se inclinó para escupir dos bocanadas de sangre, después de lo cual su cuerpo se debilitó y se desmayó instantáneamente.

—¡Leocadia, ¿qué te pasa? — exclamaron asombrados Fermín y Belén. Especialmente Belén, quien corrió hacia la cama y llamó a Leocadia desesperadamente, pero no obtuvo respuesta alguna.

Eso no fue todo. A pesar de que Leocadia parecía estable después de su episodio previo, con signos vitales normales, ahora tenía los ojos completamente cerrados y su respiración se volvía cada vez más débil y entrecortada. Su vida pendía de un hilo.

—Investigador, ¿qué ha sucedido? — preguntó Fermín con furia, sus ojos rojos, mientras fijaba su mirada en Abelardo.

—No lo sé— Abelardo se tambaleó como si le hubieran dado un golpe. Había abierto un meridiano de Leocadia hace un momento, y lo lógico era que su situación mejorara y que ella recuperara e
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