—Estoy bien, solo tuve un poco de suerte —Christian rio nerviosamente mientras su ánimo se volvía más serio. Sabía que los tesoros eran objetos muy codiciados por muchos artistas marciales, lo que podía atraer envidias y peligro.

Ahora que todos se habían dado cuenta de que la Perla del Espíritu Puro era un tesoro, se sentía frustrado pero sin poder hacer mucho. En ese momento, Amalio, a pesar de las heridas en su pecho, se levantó del suelo.

—Chico, entrégame ese tesoro de inmediato, y tal vez considere dejarte con vida —dijo Amalio con una mirada codiciosa en su rostro—. De lo contrario, hoy te aseguro que morirás sin un entierro.

—¿Solo con alguien como tú? —Christian rio con desdén.

—Hace un momento, cuando Christian siguió a Amalio, tuvo que retirarse debido a que el tesoro se activó repentinamente. Pero ahora, después de que Amalio recuperó milagrosamente su vida, no solo no lo apreciaba, sino que también se atrevía a desafiarlo descaradamente. Christian realmente no entendía de