—Christian, vámonos —dijo Hilario cuando todo se había resuelto, preparándose para irse de allí.

Christian vaciló un poco. Amalio lo había provocado deliberadamente varias veces antes, haciéndole gastar más de cien millones para obtener la Perla del Espíritu Puro. ¡Eso era realmente despreciable!

Le costó aceptar la idea de marcharse sin más. Pero ahora que tenía el tesoro en sus manos, se sentía de buen humor y no veía necesidad de enfrentarse a Amalio para evitar complicaciones.

Sin embargo, mientras consideraba dejar ir a Amalio, este dio un paso adelante antes que él.

—¿Te vas? —preguntó—. No tan rápido.

Amalio sonrió fríamente y bloqueó el camino de Christian y Hilario.

—Amalio, ¿qué estás tramando? —dijo Hilario, con el ceño fruncido y evidente desagrado en su rostro.

—¿Qué crees? —respondió—. Esta vez, ustedes dos me hicieron gastar quinientos millones en una pieza de jade falsificado y ahora piensan irse tan fácilmente. ¡Las cosas no funcionan así en este mundo!

—¡Estás diciend