—Christian, eres un tonto, ¿estás buscando la muerte? —Después de recobrar la compostura, Lucía estaba visiblemente frustrada.

Ella siempre había pensado que Christian era valiente y astuto, pero ahora parecía que estaba dispuesto a arriesgar su vida por la técnica, lo cual le parecía extremadamente imprudente.

—Lucía, no te preocupes. Con estos simples secuaces, no pueden hacerme nada —dijo Christian con confianza.

—Te aseguro que hoy te llevaré a ti y a la gente de la familia Castro a un lugar seguro. No permitiré que nadie les haga daño —prometió solemnemente Christian.

Al ver que Christian seguía sin cambiar de opinión, Lucía se sintió completamente desesperada y su ánimo cayó al punto más bajo.

—¡Qué arrogante eres!

—Si estás buscando la muerte, ¡te la concederé! —Valentín se rio furiosamente. Aunque deseaba poder deshacerse de Christian de inmediato, no podía matarlo antes de obtener la técnica.

—Eusebio, Bautista, incapacítenlo. No lo maten, eso es suficiente —ordenó Valentín c