—Gonzalo, estás elogiándome demasiado. Solo tuve suerte —dijo Christian con una sonrisa tranquila.

Desde que su habilidad en alquimia había avanzado a la etapa intermedia de la fundación, su verdadera fuerza ahora estaba al borde del Semi-Rey de Batalla. Gonzalo no estaba equivocado en lo que dijo, y Christian no lo negó.

—Por suerte, no actuamos impulsivamente —suspiraron aliviados los jóvenes de las familias nobles que lo rodeaban. Después de presenciar la impresionante fortaleza de Christian, se dieron cuenta de cuán insensatas habían sido sus intenciones de arrebatar el tesoro en manos de Christian. Ahora entendían que sus pensamientos habían sido extremadamente imprudentes.

Xavier y Aitor, en cambio, tenían rostros sombríos. Antes, cuando Christian los desafió a ambos, pensaron que estaba fanfarroneando. Pero ahora, habían comprendido que Christian no solo hablaba de más, sino que tenía la fuerza para respaldarlo. Habían subestimado gravemente a Christian.

—Ahora les toca a ustede