—¿Vienes a ajustar cuentas conmigo? —Christian se sorprendió por un momento al escuchar esas palabras, pero pronto se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Xavier no venía en son de paz; era probable que quisiera usar la excusa de ajustar cuentas para arrebatarle el Espejo del corazón del emperador.

—Joven, si eres inteligente, entregarás ese tesoro de inmediato y te disculparás conmigo. De esa manera, tal vez considere dejarte una salida —advirtió Xavier cuando Christian desenmascaró su verdadera intención.

—¿Tú? ¡Eso es gracioso! —Christian se rio con incredulidad. Recordó cómo Xavier lo había engañado durante la subasta, lo que lo llevó a gastar quinientos millones de forma innecesaria para adquirir la flor de nieve. No había buscado venganza en ese momento, pero ahora Xavier quería robarle el Espejo del corazón del emperador. Era simplemente demasiado descarado.

—No te confundas con palabras vacías —respondió Xavier con frialdad—. Aunque no sé de dónde has salido, en Valencia, la