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Capítulo 3: La bienvenida al infierno

Despierto más dolorida de lo que estaba, ahora el dolor se concentra no sólo en mi cuello  sino, también,  en mis manos y pies.

--- Lo siento, no puedo sanarte porque estoy sin energía, además,  las cadenas de plata me hacen mucho daño.

La loba habla en mi ser y es donde caigo en cuenta de la realidad. Gruesas cadenas que rodean mi piel me mantienen atada de pies y manos a una mugrienta pared.

Dios mío,  ¿qué he hecho para merecer  esto?. ¿Acaso mi devoción no fue recibida con gracia por ti?.

Escucho pesados pasos acercándose, mi corazón se agita presintiendo los horrores que me acechan. La puerta se abre y entra un ser que infunde terror, su piel blanca es manchada por la tinta de un sinfín de símbolos que no reconozco.

--- La Luna de Athan  a mi disposición. --- murmura con elegancia. --- Una sátira ironía de la vida.

Una sonrisa malévola se instala en su rostro delatando sus intenciones.

--- Matame y acaba con esto. --- replico ofendida por su cinismo frente a mi situación.

--- Oh querida Luna. --- saborea ese "apodo" que me han puesto desde que esos seres me trajeron acá. --- Me temo que primero tu tendrás que pagar las crueles deudas de tu mate.

--- Yo no soy nada de esa bestia. --- murmuro con tono ácido y la loba se revuelca de dolor dentro de mí.  --- Así que acaba conmigo de una buena vez.

--- Acabaré contigo, de eso no hay duda  pero, como aprenderás,  me gustan las cosas lentas y trágicas. 

Iba a replicar pero empiezo a sentir un terrible dolor que me hace gritar con todos mis fuerzas, siento como si mis órganos fueran extirpados por dentro provocandome un dolor infernal y, es ahí,  en la agonía de mis gritos donde veo los ojos de este ser, negros, completamente negros.

--- Pa... ra. Por... favor.--- ruego entre gritos y llanto.

--- Para que se veas que dentro de mí  hay misericordia, hoy no te haré nada más. --- murmura con fingida amabilidad. --- Mañana será otro día.

Cuando sale de la celda el dolor desaparece por completo y el miedo da paso a el terror.

Dios, ¿qué será de mí?

Empiezo mis oraciones rogando por clemencia a Dios pero, dentro de mi empiezo a perder la fe en él. ¿Por qué permite que hagan de mí esto?.

Un nuevo sentimiento ajeno a mi se instala en mi pecho, preocupación.

--- Es de nuestro mate, él está preocupado por nosotras.

--- Me importa poco lo que sienta esa bestia. Por su culpa estamos acá.

Me paso el tiempo haciendo uso de la fe que queda en mí rogando por piedad a  Dios. El sueño y mis heridas me vencen mandándome al limbo de los sueños donde mis peores pesadillas atacan mi tranquilidad.

El sonido errático de la reja siendo abierta me despierta,  él ser vuelve a aparecer y está vez trae un maletín en su mano izquierda.

--- Hoy vamos a practicar el arte de la agonía, mi estimada Luna. Espero que tu mate no se incomode mucho con tu dolor.--- Tras decir eso sonríe mostrando su perfecta dentadura donde sobresalen unos colmillos puntiagudos que terminan en un color negruzco.

¿La bestia siente lo que siento?

--- Sí, como nosotras sentimos lo que él siente. --- Contesta la loba.

--- Bien, comencemos.

Saca unas pinzas plateadas del maletín y se acerca con calma.

--- Los  Licántropos tienen zonas del cuerpo que se recuperan más lento que otras. --- empieza a decir con burlesco tono --- Los órganos que conllevan la agudización de sus sentidos son ágiles en sanar pero, aquellos que que cumplen funciones básicas para cualquier ser viviente normal son los que tardan más en sanar.

 

El ser se arrodilla para quedar a mi altura y cuando menos lo espero clava las hojas de las pinzas en mi costado derecho justo debajo de mis costillas donde, muy seguramente, esta ubicado mi hígado.  Grite del dolor, no solo sentía  el dolor de la intromisión a mi cuerpo sino, también, sentía mi carne arder y espumear alrededor de las pinzas.

--- El hígado no suele curarse rápido y menos cuando es la plata quien lo hiere. --- se burla mientras forcejeo para librarme de esa agonía pero, la fuerza que tiene este monstruo es demasiado comparada con la mía. Entre llanto y gritos pedía por piedad, por clemencia pero él solo me contestaba con morbosas miradas y carcajadas espeluznantes.

Me desgarre la voz gritando pero eso no funcionó, al contrario, removía más las pinzas para que el dolor y el ardor fueran peor. La oscuridad se apoderaba de mí por culpa de la agonía que sentía y, al parecer, él  lo noto porque retiró la pinza.

--- Ahora, cuando la presa está débil, se atacan sus puntos débiles sin dejar que se desmaye porque no sería tan divertido. --- Apenas y logro enlazar las palabras en mi mente para comprender lo que dice.

Estoy tirada en el suelo inmóvil y presa del dolor, ya no grito, no porque no me duela sino, por el contrario, por que ya no sale de mi el sonido; me limito a llorar, ya ni rezo.

Siento como ese ser me voltea dejándome boca abajo  llevándose quejidos roncos por el dolor que causa el movimiento. De un momento a otro siento como algo caliente impacta con mi espalda produciendo que un terrible ardor me recorra toda la espalda, hago toda la acción de gritar pero solo sale un sonido ronco que no expresar en  ciencia cierta la agonía que siento en este momento.

--- Plata fundida, lo mejor para los lobos. --- siento sus pasos alejarse y el sonido de la reja siendo cerrada con llave me afirman que él a dejado la celda.

Lloro mares por el dolor, por la frustración, por la soledad y por la vida que perdí. Yo no pedí venir a este mundo de monstruos y bestias, yo fui obligada pero por lo visto este mundo me cobra mi permanencia acá.

Dolor, un sentimiento que nadie quiere en su vida pero, siempre encuentra la forma de entrar en ti reclamando tu existencia y poniéndote a merced de sus órdenes. Cuando era humana mi mayor dolor físico era atribuido a una leve torcedura de tobillo y hoy, acá en esta celda mugrienta y llena de voces agónicas silenciadas con el pasar del tiempo, consumida de agónico dolor reclamo a la muerte por no llevarme con ella. 

La oscuridad reclama mi presencia y caigo en ella hasta que algo frío impacta contra mí despertándome y revolviéndome el dolor tanto físico como sentimental.

--- Mi estimada Luna, te presento a Aníbal. --- Él ser me señala a un hombre pálido y flacucho que me mira con burla a través de sus ojos rojos. --- El peor fin para un hombre lobo es la mordida que entierra el veneno de un vampiro en su sistema.

Cuando dijo eso mi corazón se exaltó y no, no fue por miedo sino, por el contrario, con emoción. Iba a sufrir mucho pero, por fin, podría morir.

El vampiro se acerca a mí a una velocidad impresionante y muerde mi cuello. Las conocidas convulsiones vuelve a mi iguales de dolorosas pero esta vez si se que acabaran de mi vida. 

La oscuridad me reclama y ojala esta vez si sea para siempre. 

Lo que yo no sabia era que la muerte no era una entidad terrorífica, por el contrario, es una presencia armónica y calmada que deslumbra paz y que, de vez en cuando,  se deja poseer del placer de la diversión.

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