Alessandro despertó con un fuerte dolor de cabeza, había pasado la noche en el estudio bebiendo y tratando de trabajar, pero la situación con Sophia era bastante compleja que impedía que se pudiera concentrar, necesitaba recuperar el amor de su esposa, pero se había dado cuenta que no la tenía nada fácil, además de haber perdido la memoria él sentía que había perdido una mujer sencilla y verdadera.Mientras tanto, en el interior de la habitación principal se encontraba Sophia buscando la manera de poder escapar, se sentó en el borde de la cama tratando de pensar con claridad, si en verdad quería librarse de las manos de Alessandro debía actuar lo más antes posible. Sophia se lanzó hacia la puerta y golpeó con sus manos sobre ella logrando llamar la atención de los hombres de Alessandro, quienes lo buscaron para hacerle saber que ella lo necesitaba. «¿Ahora qué rayos quieres?, nada te hace feliz, seguramente deseas pelear un poco más, pero lo que realmente importa es poder estar a su
Sophia de manera astuta había logrado conseguir salir de aquella propiedad bajo la excusa de buscar ropa, había logrado engañar a Alessandro y ahora debería encargarse de los gorilas que había puesto para que la vigilaran.Mientras llevaba cada vestido sobre su cuerpo no perdí la oportunidad para llevar la mirada directo a las salidas de emergencia. Ella no era tonta y sabía que esta era la oportunidad que necesitaba para conseguir escapar; en cuestión de segundos emprendió la huida por una de las puertas del costado de aquella enorme tienda.Aquellos pocos minutos de ventaja los utilizó a su favor, tomó un taxi y le pidió que la llevara a la empresa de su padre, fue el único lugar que recordó en medio de aquel momento de desesperación. —¿Qué rayos se ha hecho esa mujer? —busco entre los vestidores uno de los hombres que se encontraba vigilando a Sophia.—¡No lo se!, hace poco estaba aquí —respondió el otro.Aquellos hombres a toda prisa salieron del lugar en búsqueda de Sophia, ind
Alessandro se encontraba en medio de una entrega, sabía que para recuperar el control debía mover el doble de mercancía y nuevamente ponerse al frente de lo que fuese, tan frío y tan letal para recuperar el poder y el respeto en las calles.Su teléfono sonó, resopló y llevó la mano al bolsillo para luego dar respuesta. —Diga —respondió con aquel tono de voz ronca y desafinada.—Señor, ella ha logrado escapar —Alessandro enfureció al instante—. Lo peor vino cuando subió al auto con un hombre, quien condujo a toda velocidad siendo imposible que los pudiéramos atrapar —se excusó aquel hombre. —Búscala hasta debajo de las rocas, si no la encuentras lo mejor es que no regreses, porque lo que pienso hacer contigo no será nada bueno —advirtió Alessandro y terminó la llamada.Levantó la mano y con una seña llamó a sus hombres, todos rápidamente se acercaron a su jefe. —Hay trabajo muchachos, no importa dónde se encuentra en estos momentos mi esposa la deben encontrar, quien lo haga recibir
En el interior de aquella bodega los hombres de Paolo iban de un lugar a otro disponiéndose para abrir fuego y defender a su jefe.—Paolo Morelli, Paolo Morelli —gritaba Alessandro con fuerza con un tono de voz desgarrador lleno de coraje.«Estoy a salvo, él ya se encuentra aquí», pensó Sophia sintiendo gran tranquilidad en su interior.James una vez que escuchó la voz de Alessandro su rostro cambió, se podía notar el temor que se estaba apoderando de él.Paolo se lanzó sobre Sophia, llevó el brazo alrededor de su cuello y la sostuvo con fuerza. —Tú eres mi seguro de vida —murmuró cerca de su oído. —¡Ya no tengo miedo! —exclamó Sophia causando que Paolo quedara sorprendido—. Él está aquí y acabará contigo como la rata que eres —Paolo apretó con fuerza su cuenta para que cerrara la boca. De golpe se abrió la puerta, Alessandro y su gente ingresaron apuntando en todas las direcciones, al darse cuenta que Paolo sostenía a su esposa bajó la pistola y fue directo a ellos.—¿Cómo la ves
“Nueva York”Sophia se encontraba en la oficina trabajando como siempre lo solía hacer, hasta que una llamada que le comunicó la asistente interrumpió sus labores.—Hola —respondió ella mientras recostó la espalda en la silla.—Soy el detective Oliver Davis, ¿me estoy comunicando con la familia Adams? —Sophia arrugó sus cejas ya que no lograba comprender cuál era el motivo de aquella llamada. —Así es, ¿en qué le puedo ayudar? —preguntó ella al instante. —Lamento darle esa terrible noticia, pero el señor y la señora Adams han perdido la vida en un terrible accidente. Luego de escuchar aquellas palabras el rostro de Sophia cambió repentinamente, ella sentía que el aire se agotaba y respirar le costaba. Esas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza.—¿Qué?, pero... ¿qué ha dicho? —preguntó ella con sorpresa mientras se levantó de la silla—. Es imposible y difícil de creer, hace unos pocos minutos ellos estuvieron conmigo —aseguró Sophia con sus ojos húmedos. —No le miento, en
“Palermo - Italia”En el interior de la propiedad de la familia Morelli todos se encontraban agitados, ya que en el lugar se iba a llevar a cabo una reunión bastante importante y muy decisiva que afectaría el futuro de todos, en aquella familia tan poderosa se encontraba al frente Vittorio Morelli, un hombre de 67 años quien estaba próximo de perder la vida debido a su vejez.—Darío, Darío... —llamó con poca fuerza Vittorio a su abogado y hombre de confianza. —Sí señor, lo escucho estoy aquí a su lado —respondió Darío y se levantó de inmediato de aquel cómodo sofá donde acompañaba de manera fiel a su jefe. —Ayuda a levantarme de esta cama, quiero que cuando ellos lleguen me encuentren en la sala y no vean el deterioro de mi estado de salud —Darío asintió y de inmediato llamó a otros cuantos hombres para que se hicieran cargo de la orden del jefe. Unos cuantos minutos más tarde en la puerta principal se encontraban autos de lujo, del interior descendieron varios hombres, quien se en
“Nueva York”Luego de que Sophia condujera por largas horas sin sentido alguno decidió detenerse para pasar la noche en un hotel, su estómago gruñía del hambre y necesitaba pensar con calma y saber que hacer de ahora en adelante con su vida.Una vez que ingresó al hotel y llegó la hora de pagar por el servicio ninguna de sus tarjetas se encontraba con fondos, Sophia no lograba comprender lo que estaba sucediendo, en su bolso no tenía suficiente efectivo para pagar, así que sin otra salida tuvo que salir con la cabeza baja aguantando las burlas del personal de aquel hotel.Sophia decidió regresar a su apartamento, allí tenía dinero suficiente para sobrevivir mientras solucionaba el problema con las tarjetas; lo peor llegó una vez que se encontró en la entrada principal del edificio donde ella residía.—Señorita Sophia, nos han dado la orden de no permitirle el ingreso, según nos informaron usted ya no tiene ningún derecho de ingresar en este lugar, no se moleste con nosotros, solo hace
Sophia no podía creer lo que estaba viendo, con la mano que tenía libre limpió las lágrimas que cubrían sus ojos para fijarse una vez más en la persona que trataba de acercarse. —¡Alto!, por favor no continúe, juro que sí lo hace no dudaré en lanzarme —aseguró Sophia con la voz temblorosa, pero aquel hombre pasó por alto sus advertencias. —Lo pude ver todo, la persona que se estrelló contra su auto lo hizo a propósito, una vez que logró conseguir su cometido bajó del auto y subió a otro que esperaba por él —Sophia no lograba comprender aquellas palabras.—¿Qué está diciendo? —preguntó—. Si está actuando de esta manera para llamar mi atención e impedir que me lance del puente le aseguro que está equivocado —aseguró Sophia y se acomodó para lanzarse. —Me gustaría saber, ¿qué clase de problemas tiene una mujer como usted además del sobrepeso para que esté resuelta a lanzarse de este puente? —aquella pregunta hizo que Sophia negara con su cabeza.—Es claro que solo es un idiota más, he