Al día siguiente, envié un mensaje a la secretaria de Daniel, Emma, solicitando un permiso, sin dar muchas explicaciones. Ella simplemente respondió un "De acuerdo".Emma es de confianza del anciano Castillo y la asistente más valiosa de Daniel, así que pedir el permiso a ella es como pedírselo directamente a él.Después de la desagradable discusión del día anterior, Daniel pensó que solo estaba siendo caprichosa. Me envió un mensaje diciendo que lo contaría como falta injustificada y me descontarían el plus de asistencia de ese mes. Calculándolo, pareció que el plus no era mucho, así que ya no me dolía tanto.Valentina me estaba esperando abajo de mi apartamento desde temprano y me había comprado el desayuno caliente.—Sé que no tienes ganas de comer, pero intenta tomar al menos un poco, dicen que la quimioterapia debilita mucho el cuerpo.Bajo su mirada preocupada, me esforcé por comer con ganas, y entonces ella respiró aliviada y me llevó en coche al hospital. Durante la quimioterap
Antes solía ilusionarme cuando Daniel me llamaba. Ahora, al ver su nombre en la pantalla, solo sentí fastidio.Pero pensando en los proyectos, regresé a la oficina. Cuando entré, vi a Sofía salir hecha un mar de lágrimas. Al verme, me lanzó una mirada de odio. No entendí nada, así que entré y le pregunté: —¿Me buscabas para algo?Quizás al ver mi nuevo corte de pelo, Daniel se quedó un momento pasmado, y preguntó instintivamente: —¿Por qué te has cortado el pelo?No quise responder, y volví a insistir: —¿Para qué me llamabas?—Esta noche hay una cena familiar en la casa de los Castillo, tienes que venir conmigo.Daniel se frotó la cabeza con gesto de dolor, su expresión reflejaba rechazo. Él es miembro de la familia Castillo, pero no se lleva bien con el resto.Antes solo sabía que era un huérfano, que lo había criado su abuela y que los vecinos le habían gestionado la documentación. Quizás si no hubiera sido tan brillante académicamente, ni siquiera habría podido salir de aquel pueblo
Cuando terminó la jornada laboral, cogí un taxi directo a la mansión de los Castillo, sabiendo que Daniel no vendría a recogerme. Y efectivamente, al llegar ya lo vi sentado dentro. Había un grupo de gente riendo y charlando, pero él parecía fuera de lugar.Cuando me vieron llegar, la tía de Daniel, Ana, me recibió sonriente y me hizo pasar.—¡Vaya! Nuestra nuera sí es económica, ¿este bolso tendrá como unos seis años, no? Ahora debe de valer unas cuantas centenas. ¡Vaya, con este atuyo pareces una simple becaria, ay...!La tía de Daniel siempre había sido una habladora desagradable. Antes había intentado emparejarle con la hija de una amiga suya, pero al final me la había quedado yo, y cada vez que me veía no dejaba de lanzarme pullas.Yo solo sonreí sin decir nada, pues mi situación era de sobra conocida por los Castillo, y todos me miraban con desdén.De pronto, pareció recordar algo y se tapó la boca rápidamente.—¡Ay, pero mira que tengo la cabeza! Lo que quieras ponerte o usar ti
Parecía que mi actitud fría había dejado a Daniel un poco descolocado, mirándome con cierta confusión. Antes había sido yo quien lo suplicaba a él, y ahora que le decía que no lo necesitaba, se extrañaba.De pronto se puso algo irritado y me acorraló contra el lavabo.—¿Cómo que no lo necesitas? ¿Sabes que como señora Castillo tienes que asistir a muchos eventos? ¿Cómo puedes decir que no lo necesitas?Lo miré con indiferencia. Cuando más lo había necesitado, él no me dio, y ahora que ya no lo necesitaba, ¿pretendía imponerme que lo aceptara?—¿De qué te ríes? —frunció más el ceño.Me mordí los labios y suspiré suavemente.—Daniel, ¿para qué molestarse? Si quieres una digna señora Castillo, elige a Sofía. Con un collar de decenas de miles, los últimos bolsos de moda y tu devoción, ella es sin duda la más apropiada, ¿no crees?Me incomodé y lo aparté para volver a la mesa. Seguir discutiendo no tenía sentido, ya no tenía edad para pelear con él. En apenas tres años, sentía que había env
—¿Otra vez te has vuelto loca? —Daniel ni siquiera se volteó, parecía muy reacio a tocar ese tema.Repetí: —Divorciémonos.Ya no me amaba, y al parecer había encontrado a su verdadero amor. No entendía por qué aún se aferraba a mí. Incluso si era para vengarse de mi partida hace unos años, ¿esos tres años no eran suficientes? Yo me había ido dos años, él me había engañado tres, creo que ya estábamos a mano. Ahora que me iba, sería digno para ambos, sin deudas pendientes.Él se giró y vi un destello de crueldad en sus ojos.—Camila, ¿otra de tus artimañas? ¿Divorcio? Veo que solo buscas llamar mi atención, ¿no he hecho ya suficiente?No entendía a qué se refería. ¿Qué había hecho? ¿Traer a su amante a la casa mientras me hacía asistir a la cena familiar? Ciertamente era darme mucha importancia, pero ya había sido suficiente.Pero antes de poder replicar, volví a sentir náuseas. Corrí al baño y vomité hasta quedar exhausta. No había comido nada, así que al final solo salía el ácido.Dani
En el tercer aniversario de bodas, Daniel Castillo estaba con Sofía Moreno lanzando fuegos artificiales en una playa, mientras yo, acurrucada en el sofá, lo llamaba por teléfono insistentemente.El repetitivo mensaje de la operadora telefónica se me fue haciendo cada vez más lejano: —El suscriptor no responde... —y, mientras veía la pantalla, todo a mi alrededor se fue desvaneciendo. Cuando volví a abrir los ojos, estaba en la cama de un hospital. El médico, pensativo, me miraba fijamente. —¿Cuánto tiempo me queda? —pregunté con calma.—Si te operas ahora y sigues un tratamiento de quimioterapia, aún puedes sobrevivir —respondió.Miré el techo sin expresión. Un fuerte dolor punzante atravesó mi pecho y la frente se me cubrió de sudor frío. —Es la segunda vez que recaigo.—Señorita Álvarez, actualmente hay un tratamiento con un nuevo medicamento que puede acabar con las células cancerosas, solo que la dosis es muy costosa, unos cincuenta mil dólares, y tendría que tomarla durant
Aquel día, me encontraba realmente en un estado lamentable. Hacía tres meses que el cáncer había reaparecido y ahora estaba tan delgada que parecía que sólo me quedaba la piel y los huesos.Al mirar a Sofía, me recordó como era yo en la universidad. Su rostro redondeado y ojos grandes e inocentes. Vi claramente lo poco atractiva que me veía ahora ante ella, pero que podía hacer, yo sentía mi final cerca. Un compañero de trabajo susurró a Sofía: —El señor Castillo ama mucho a su esposa, así que no te metas en problemas, no vaya a ser que lo pagues caro.Todos pensaban que Daniel realmente me amaba, ni siquiera imaginaban que él solo deseaba que yo muriera. Sofía, sopló fastidiada y después sonrió espléndida.—Camila, el señor Castillo está en una videoconferencia muy importante y no quiere que lo distraigan.—Si es importante, dime de que se trata, yo puedo entrar y decirle al señor Castillo. Era evidente que estaba presumiendo de su acceso privilegiado a la oficina de Daniel. Su so
Daniel estaba convencido de que yo era una interesada, ya que lo había dejado para irme al extranjero con un multimillonario. Él aún no sabía quién era el supuesto multimillonario. Esta era la segunda vez que le pedía dinero, pues la única vez que lo había hecho fue cuando murió mi madre y, en ese momento, él me dio un millón y medio sin siquiera pensarlo. Ahora, motivado a lo costoso de los medicamentos y los exámenes continuos, necesitaban más dinero y eso era indispensable para acabar el cáncer de mi cuerpo. Pero esta vez, simplemente bajó la mirada, enredando con suavidad el cabello de Sofía, consolándole con dulzura, como si no me hubiera escuchado. Sofía dejó de llorar, y entonces me miró fríamente. —Quieres dinero, ¿eh? Entonces arrodíllate y pide disculpas. ¡Has herido a Sofía, así que debes disculparte con ella!Sofía, altiva, tiró del brazo de Daniel.—Daniel, no importa, tal vez no lo hizo a propósito.—No importa si fue intencional o no, ella debe disculparse contigo,