Durante mi recuperación, varios compañeros vinieron a verme. Algunos realmente se preocupaban por mi salud, otros solo querían hacerse notar, y muchos más venían por chismes.Finalmente, Francisco, con su rostro serio, echó a todos.—El paciente está débil; si se siente estresado y muere, el hospital no se hará responsable. Quien quiera ir a la cárcel, que venga —Con esa frase, logró ahuyentar a todos los que querían indagar.—¿Morir? ¿No puedes desearme algo bueno? —Lo miré con incredulidad.—¿Morir no es algo bueno? ¿Acaso quieres matarte de enojo? —Me lanzó una mirada de desaprobación y salió de la habitación.Sin nadie más, mis días se volvieron un poco más tranquilos. Sin embargo, incluso tumbada en la cama, podía ver las noticias en línea.Daniel siempre había sido visto como un mujeriego. Ni siquiera el video que Karla había grabado, donde Daniel decía que el niño no era suyo, causó gran revuelo. Un delincuente habitual, ¿quién podría creerle?Además, me di cuenta de que en cáma
—¿Hipnosis? ¿Un clic y lloras, otro y ríes? Camila, ¿te ha contagiado Daniel? ¿Tienes la cabeza mala? —Francisco me miró como si fuera una tonta. Yo puse los labios en una mueca y saqué mi teléfono.—Mira, esta es Karla; su vestimenta es muy similar a la mía. Y las cosas que compró son mis gustos.—¿Crees que ella está imitándote para hacerle creer a Daniel que tú eres ella? —Francisco me miró con una expresión pensativa.Asertivamente asentí. Dado que Daniel no tenía daño neural, ¿era posible que hubiera sido hipnotizado o algo similar? También sabía que sonaba un poco extravagante, pero también era posible.Él miró un poco desconcertado y volvió a mirar mi teléfono.—¿Karla estudió psicología?Negué con la cabeza.—¿Ella sabía que Daniel sería atacado?Otra vez negué con la cabeza.—¿Es una maestra en hipnosis?Le lancé una mirada de desdén.—Bueno, yo investigaré esto; tú descansa bien —Francisco me devolvió el teléfono.Quería preguntar más, pero al ver la pila de documentos en su
Ahora entendía la situación: se había dividido en tres bandos. Daniel, después de tantos años de trabajo, todavía tenía su propio poder, y muchos lo apoyaban.Pero Hugo no se quedaba atrás; sus seguidores eran los más ruidosos.Y había un grupo que solo esperaba ver el resultado. A ellos no les importaba quién estaba en el poder; lo que valoraban eran los beneficios. Quien pudiera hacerles ganar dinero, ese sería su apoyo.Sin embargo, noté algo extraño: nadie mencionaba el accidente de Daniel, ni preguntaban si realmente había perdido la memoria. En realidad, no importaba si Daniel estaba o no amnésico, mientras no afectara a la empresa.Marcos y yo estábamos sentados cerca de la puerta, y ninguno de los dos decía nada. Él me miraba con preocupación, y yo solo sacudí la cabeza, indicándole que no dijera nada. Quien hablara se convertiría en el blanco de todos, y no era necesario que él se involucrara.Cuando la discusión se tornó acalorada, Daniel golpeó la mesa con fuerza.—¡Basta! A
—¡Imbécil! Daniel, ¡eres un imbécil!Fernando estaba a punto de golpearlo con su bastón, pero él seguía con la cabeza erguida.—Abuelo, ¿hay alguna mejor solución? Hay tantos rumores afuera, ¿no es porque ella se niega a divorciarse? Si ella se divorcia, no importaría con quién esté; esto es su responsabilidad.Cerré los ojos, sintiendo dolor, y me dije una y otra vez que él realmente estaba enfermo y que su enfermedad era grave. Pero no quería perdonarlo; en ese momento, deseaba golpearlo.—Camila...La voz de Marcos sonó cuidadosamente, y solo entonces miré hacia él con los ojos enrojecidos.—Estoy bien.—¡Daniel, cierra esa boca! —Fernando lo golpeó con su bastón y luego miró a los asombrados presentes.—Lamentamos que los asuntos familiares hayan causado pérdidas para todos. Ténganme en cuenta tres días; les daré una respuesta satisfactoria. Hoy la junta directiva se termina aquí —Fernando habló, y nadie se atrevió a desobedecer.Cuando todos se fueron, intercambiaron miradas.Sabí
En el tercer aniversario de bodas, Daniel Castillo estaba con Sofía Moreno lanzando fuegos artificiales en una playa, mientras yo, acurrucada en el sofá, lo llamaba por teléfono insistentemente.El repetitivo mensaje de la operadora telefónica se me fue haciendo cada vez más lejano: —El suscriptor no responde... —y, mientras veía la pantalla, todo a mi alrededor se fue desvaneciendo. Cuando volví a abrir los ojos, estaba en la cama de un hospital. El médico, pensativo, me miraba fijamente. —¿Cuánto tiempo me queda? —pregunté con calma.—Si te operas ahora y sigues un tratamiento de quimioterapia, aún puedes sobrevivir —respondió.Miré el techo sin expresión. Un fuerte dolor punzante atravesó mi pecho y la frente se me cubrió de sudor frío. —Es la segunda vez que recaigo.—Señorita Álvarez, actualmente hay un tratamiento con un nuevo medicamento que puede acabar con las células cancerosas, solo que la dosis es muy costosa, unos cincuenta mil dólares, y tendría que tomarla durant
Aquel día, me encontraba realmente en un estado lamentable. Hacía tres meses que el cáncer había reaparecido y ahora estaba tan delgada que parecía que sólo me quedaba la piel y los huesos.Al mirar a Sofía, me recordó como era yo en la universidad. Su rostro redondeado y ojos grandes e inocentes. Vi claramente lo poco atractiva que me veía ahora ante ella, pero que podía hacer, yo sentía mi final cerca. Un compañero de trabajo susurró a Sofía: —El señor Castillo ama mucho a su esposa, así que no te metas en problemas, no vaya a ser que lo pagues caro.Todos pensaban que Daniel realmente me amaba, ni siquiera imaginaban que él solo deseaba que yo muriera. Sofía, sopló fastidiada y después sonrió espléndida.—Camila, el señor Castillo está en una videoconferencia muy importante y no quiere que lo distraigan.—Si es importante, dime de que se trata, yo puedo entrar y decirle al señor Castillo. Era evidente que estaba presumiendo de su acceso privilegiado a la oficina de Daniel. Su so
Daniel estaba convencido de que yo era una interesada, ya que lo había dejado para irme al extranjero con un multimillonario. Él aún no sabía quién era el supuesto multimillonario. Esta era la segunda vez que le pedía dinero, pues la única vez que lo había hecho fue cuando murió mi madre y, en ese momento, él me dio un millón y medio sin siquiera pensarlo. Ahora, motivado a lo costoso de los medicamentos y los exámenes continuos, necesitaban más dinero y eso era indispensable para acabar el cáncer de mi cuerpo. Pero esta vez, simplemente bajó la mirada, enredando con suavidad el cabello de Sofía, consolándole con dulzura, como si no me hubiera escuchado. Sofía dejó de llorar, y entonces me miró fríamente. —Quieres dinero, ¿eh? Entonces arrodíllate y pide disculpas. ¡Has herido a Sofía, así que debes disculparte con ella!Sofía, altiva, tiró del brazo de Daniel.—Daniel, no importa, tal vez no lo hizo a propósito.—No importa si fue intencional o no, ella debe disculparse contigo,
Daniel esa noche no regresó a casa, se quedó con Sofía. Vi los chismes en el grupo de la empresa:[El señor Castillo es demasiado protector. Mira que llevar a Sofía al hospital por ese pequeñez][¿No saben que es su amorcito? ¡Está preocupado por su tesoro!]Cerré WhatsApp en silencio, esbozando una sonrisa burlona. Que la esposa del presidente fuera considerada lamentable. Realmente ridículo.Despertada por el escándalo, ya no pude volver a dormir, así que comencé a organizar mis cosas. Esa no era la primera vez que me sometí a una operación, así que manejaba con soltura la preparación de mis cosas personales. Las cosas de la casa eran de la mejor calidad, Daniel era exigente con el estilo de vida, las sábanas, las fundas, e incluso los pañuelos de papel eran los más caros.Metí todo lo necesario, ya que en el hospital todo era costoso y no podía derrochar dinero, aunque ahora lo tenía no sabía que podría pasar en la operación, así que era mejor estar preparada por si acaso. Tenía m