—Tío José, ¿no te estás metiendo demasiado en mis asuntos? ¿Tengo que informarte de a dónde voy? —Ajusté mi abrigo, intentando alejarme de la azotea.La posición de Antonio no era tan oculta, pero gracias a que ya estaba oscuro, mientras no mirara hacia allí, José no podría descubrirlo.—¿A dónde crees que vas? —José bloqueó directamente mi camino.—¿Estás loco? ¿No puedo regresar a dormir? No soy una criminal, ¿acaso he perdido mi libertad? —Hice un gesto brusco para apartar su mano; la azotea no era tan grande y pronto se daría cuenta de que había alguien más.Por supuesto, José miró a su alrededor, sospechando.—¿Estás sola?—¿Y quién más? Daniel regresó al hotel.—Camila, ¿así hablas con tus mayores? —Aun así, se mantuvo firme en la entrada, su tono parecía estar lleno de ira.—No creas que porque Daniel se preocupa por ti, puedes hacer lo que quieras. Este es mi territorio. Si quiero que mueras, no podrás vivir —De repente, sus ojos mostraron una chispa de peligro.—Sí, mi situaci
En el tercer aniversario de bodas, Daniel Castillo estaba con Sofía Moreno lanzando fuegos artificiales en una playa, mientras yo, acurrucada en el sofá, lo llamaba por teléfono insistentemente.El repetitivo mensaje de la operadora telefónica se me fue haciendo cada vez más lejano: —El suscriptor no responde... —y, mientras veía la pantalla, todo a mi alrededor se fue desvaneciendo. Cuando volví a abrir los ojos, estaba en la cama de un hospital. El médico, pensativo, me miraba fijamente. —¿Cuánto tiempo me queda? —pregunté con calma.—Si te operas ahora y sigues un tratamiento de quimioterapia, aún puedes sobrevivir —respondió.Miré el techo sin expresión. Un fuerte dolor punzante atravesó mi pecho y la frente se me cubrió de sudor frío. —Es la segunda vez que recaigo.—Señorita Álvarez, actualmente hay un tratamiento con un nuevo medicamento que puede acabar con las células cancerosas, solo que la dosis es muy costosa, unos cincuenta mil dólares, y tendría que tomarla durant
Aquel día, me encontraba realmente en un estado lamentable. Hacía tres meses que el cáncer había reaparecido y ahora estaba tan delgada que parecía que sólo me quedaba la piel y los huesos.Al mirar a Sofía, me recordó como era yo en la universidad. Su rostro redondeado y ojos grandes e inocentes. Vi claramente lo poco atractiva que me veía ahora ante ella, pero que podía hacer, yo sentía mi final cerca. Un compañero de trabajo susurró a Sofía: —El señor Castillo ama mucho a su esposa, así que no te metas en problemas, no vaya a ser que lo pagues caro.Todos pensaban que Daniel realmente me amaba, ni siquiera imaginaban que él solo deseaba que yo muriera. Sofía, sopló fastidiada y después sonrió espléndida.—Camila, el señor Castillo está en una videoconferencia muy importante y no quiere que lo distraigan.—Si es importante, dime de que se trata, yo puedo entrar y decirle al señor Castillo. Era evidente que estaba presumiendo de su acceso privilegiado a la oficina de Daniel. Su so
Daniel estaba convencido de que yo era una interesada, ya que lo había dejado para irme al extranjero con un multimillonario. Él aún no sabía quién era el supuesto multimillonario. Esta era la segunda vez que le pedía dinero, pues la única vez que lo había hecho fue cuando murió mi madre y, en ese momento, él me dio un millón y medio sin siquiera pensarlo. Ahora, motivado a lo costoso de los medicamentos y los exámenes continuos, necesitaban más dinero y eso era indispensable para acabar el cáncer de mi cuerpo. Pero esta vez, simplemente bajó la mirada, enredando con suavidad el cabello de Sofía, consolándole con dulzura, como si no me hubiera escuchado. Sofía dejó de llorar, y entonces me miró fríamente. —Quieres dinero, ¿eh? Entonces arrodíllate y pide disculpas. ¡Has herido a Sofía, así que debes disculparte con ella!Sofía, altiva, tiró del brazo de Daniel.—Daniel, no importa, tal vez no lo hizo a propósito.—No importa si fue intencional o no, ella debe disculparse contigo,
Daniel esa noche no regresó a casa, se quedó con Sofía. Vi los chismes en el grupo de la empresa:[El señor Castillo es demasiado protector. Mira que llevar a Sofía al hospital por ese pequeñez][¿No saben que es su amorcito? ¡Está preocupado por su tesoro!]Cerré WhatsApp en silencio, esbozando una sonrisa burlona. Que la esposa del presidente fuera considerada lamentable. Realmente ridículo.Despertada por el escándalo, ya no pude volver a dormir, así que comencé a organizar mis cosas. Esa no era la primera vez que me sometí a una operación, así que manejaba con soltura la preparación de mis cosas personales. Las cosas de la casa eran de la mejor calidad, Daniel era exigente con el estilo de vida, las sábanas, las fundas, e incluso los pañuelos de papel eran los más caros.Metí todo lo necesario, ya que en el hospital todo era costoso y no podía derrochar dinero, aunque ahora lo tenía no sabía que podría pasar en la operación, así que era mejor estar preparada por si acaso. Tenía m
El médico suspiró, resignado, y sacó el formulario de consentimiento para la cirugía.—¿Está segura de esto? Si durante la operación surgen problemas, podría ser complicado.—Doctor, confío en usted. De verdad.Tomé el bolígrafo y firmé rápidamente. 《Mi vida, yo puedo decidirla.》El médico aún quería decirme algo más, pero en ese momento se abrió la puerta de la consulta y un grupo de personas irrumpió gritando.Alguien me empujó con fuerza y perdí el equilibrio, golpeándome la frente contra la esquina del escritorio. Todo se volvió oscuro y sentí un líquido caliente deslizándose por mi rostro.Hemos pagado un dineral para que extirparan el tumor y ahora resulta que volvió a aparecer y necesitan realizar otra cirugía. ¡mentirosos, solo buscan obtener dinero!Intentaba levantarme, pero alguien pisó mi ropa y no podía soltarme. La oficina era un completo desorden hasta que, finalmente, llegaron los guardias de seguridad y lograron calmar la situación.De pronto, se oyó un grito: —¡Está
Mirando las espaldas de los dos, por fin entendí. No era de extrañar que nunca trajera a Sofía a casa, era obvio que temía que ella sufriera una reacción alérgica a su perro.La joven enfermera quiso detenerlo, pero la detuve.—Señorita Álvarez, ¿él es su esposo? ¡Esto es terrible!La enfermera, probablemente recién graduada, estaba indignada. Yo, en cambio, sacudí la cabeza. —No importa, es mejor que se vaya. Si se queda, tal vez me muera más rápido.Las mujeres detestamos enfadarnos. Quizás por haber aguantado en silencio durante estos tres años, mi cáncer haya reaparecido.El escándalo terminó y el médico pudo reanudar los preparativos para la cirugía. Tal vez sintiéndose culpable, al ver que mis indicadores estaban apenas dentro de lo aceptable, fui la primera cirugía del día. No sé si fue gracias al amuleto de la vecina, pero la cirugía resultó un éxito total. Al pensar en eso, ya no estaba enojada con Daniel. Él no era nada comparado con mi vida.En la UCI, solo sentía un dolor
Antes, Daniel no permitía que nadie tocara su teléfono, pero Sofía lo estaba haciendo, primero cuando la policía lo llamó y ahora ella volvió a responder:—Si no tienes nada importante que decir, cuelga. Porque estamos ocupados.Sofía se aseguró de que supiera que estaban juntos, enfatizando el “estamos”.—Dile que me llame cuando termine de ducharse.Mi voz temblaba por el dolor, y parecía que eso complacía a Sofía, cuyo tono se volvió muy alegre.—Cuando termine de ducharse todavía tendrá otras cosas que hacer, ¿crees que tendrá tiempo de llamarte? Si tienes algo que decirle a Daniel,, dímelo a mí, total es lo mismo que si lo dices él. Sonreí al pensar en lo creída que ella estaba. —Sofía, todos los gastos que hiciste en tu viaje a la Ciudad Azul son bienes gananciales, y esas fotos íntimas contigo y Daniel son prueba de un adulterio. Si decido demandar, ¿estás dispuesta a devolver ese dinero?Parecía que le toqué un punto sensible, porque su voz se elevó bastante.—Eres una inter