El rostro de Natalia había perdido toda expresión de orgullo y se tornó extraordinariamente serio. La miré con curiosidad, sintiéndome completamente desconcertada.

—Sabes que en mi casa valoran más a los hombres, ¿verdad? —Se recostó sobre el lavabo, mirándome fijamente.

Asentí. José siempre había sido así, trataba mejor a su hermano que a ella.

Pero la familia Álvarez, a pesar de todo, era bastante rica. Pensé que su vida no debía estar tan mal. Al menos, era mucho mejor que la de una chica de una familia común; llevaba joyas y vivía como una verdadera dama.

—Desde pequeña, él ha sido cruel con mi madre y conmigo. Siempre quiso tener dos hijos varones, pero mi madre no pudo tener más.

—Mi madre tuvo complicaciones al darme a luz, y después descubrieron que mi padre tenía problemas de fertilidad. Las probabilidades de que pudiera tener más hijos eran mínimas —Natalia jugueteaba con el agua, como si hablara sin pensar.

—Ha estado buscando mujeres durante todos estos años, y al final no